Antonella Mancini es la hija menor del poderoso líder de la mafia italiana. Intrépida, rebelde y audaz, Antonella lleva en su sangre el peligro y la pasión que caracterizan a su padre. Sin embargo, sus padres, conscientes de los riesgos del mundo en el que viven, hacen todo lo posible por mantenerla alejada de esa oscuridad. Desde pequeña, Antonella es enviada a un estricto internado de monjas, pero su espíritu indomable siempre encuentra la manera de desobedecer y causar problemas. Tercer libro de la saga “Legado de Sangre”
Leer másCROWLa observo en silencio mientras sale por la puerta. Con ese andar desafiante y la tensión acumulada en cada músculo de su cuerpo, como una fiera que sabe que no tiene salida de su jaula.La dejo ir porque sé que necesita sentirse fuerte. Necesita pensar que aún tiene margen de maniobra, que no todo está perdido para ella. Pero lo que no sabe… es que cada paso que da dentro de este palacio está marcado por mí. Cada esquina. Cada salida. Cada sombra.La tengo.El sonido de la puerta al cerrarse me deja solo, y por un instante permanezco quieto con los ojos fijos en el punto donde la tuve presionada mientras ella me lanzaba esa mirada de fuego. Respiro despacio y profundo, dejando que esa imagen suya se me grabe. La rabia contenida en su mirada, la furia ardiendo bajo su piel, y ese maldito deseo que su cuerpo ha empezado a despertar en ella. Aunque lo quiera negar.Sonrío.Todo eso la hace precisamente perfecta.Tomo la carpeta de cuero y la abro una vez más. Paso las páginas una a
CROWNos quedamos así por un momento. No sé cuánto tiempo pasa. Podrían ser segundos, minutos, horas. El mundo se reduce a su cuerpo contra el mío, a la cadencia acelerada de su respiración, al modo en que sus músculos se tensan como si estuviera lista para saltar… o para romperse.Y entonces, lo hago.Aspiro su olor. Ese maldito aroma que se ha convertido en una droga para mí.No necesita perfumes ni lociones, aunque debo admitir que ese jazmín mezclado con vainilla que a veces lleva también es delicioso. Pero esto… esto es distinto. Es su esencia. El calor que emana de su piel, el sudor apenas perceptible en su nuca, su miedo… o de su rabia. No lo sé, y no me importa.Es el jodido infierno ardiendo.Y yo soy un pecador dispuesto a quemarme.—¿Qué demonios haces? —susurra, pero su voz ya no es tan firme.No respondo. En cambio, entierro la nariz en el espacio donde su hombro se une al cuello, inhalando profundamente. Mío. Todo en ella grita que me odia, pero su cuerpo… su cuerpo reac
CROWLa observo por unos segundos. No es solo una mirada, es una reivindicación. Mis ojos recorren cada centímetro de su cuerpo, desde la tensión en sus hombros hasta el puño cerrado que tiembla a su costado. Es obvio que ella me odia. Lo sé, por esa tensión en su cuerpo y esa respiración. Lo irradia como un veneno que debería matarme, pero en cambio, me alimenta. Una sonrisa lenta se dibuja en mis labios. De pura satisfacción, cruda, animal. Por fin la tengo atrapada en mis garras, en mi puto mundo. —¿Eso es todo? —pregunta después de un tiempo que nos quedamos en silencio ambos, su voz sigue sonando cortante, ni siquiera me mira ahora. Esos ojos, que arden como brasas, se clavan en la pared detrás de mí, como si yo no fuera lo último en la tierra que no desea no mirar. El aire se espesa con su desprecio. Puedo sentir el odio que siente por mí, casi diría que se desprende de su piel. Y eso me gusta más de lo que podía imaginar.No respondo a su pregunta, solo me quedo fijamente v
ANTONELLACuando termino de escribir la última letra, no hay alivio. Debería haberlo. Debería sentir aunque sea un pequeño respiro por haber salvado por un tiempo más a mi padre. Pero no. No siento nada más que una presión brutal en el pecho, como si hubiera firmado con sangre un pacto demonial.Dejo el bolígrafo sobre el escritorio con un movimiento seco y retrocedo un paso, como si al alejarme pudiera deshacer lo que acabo de hacer. No hay vuelta atrás. Mi nombre ha quedado marcado con tinta en esos documentos que parece una maldición porque ahora me une a él… legal o no, real o ficticio, nos une.Porque no solo me ha hecho firmar ese maldito acuerdo. Después tuve que escribir mi nombre en otras dos hojas más. Una de ellas con un título claro, y jodidamente enfermo: Acta de matrimonio.Estoy acabada...Crow baja la mirada hacia el papel. Lo toma con sus dedos largos, los mismos que han estado alrededor de mi cuello, marcando un dominio que detesto hasta en mis huesos, y que he queri
Mi mundo se detiene. La saliva se me atora en la garganta. Me toma unos segundos volver a respirar mientras pienso en papá. Esa orden cae como una bomba sobre mi pecho. No puedo permitir que lo lastimen. No otra vez.—¡Espera! —grito antes de que sea demasiado tarde. —Firmaré tu puto papel —siseo entre dientes, el odio burbujeando como lava en mi interior. —Pero deja a mi familia en paz. No toques a nadie más y yo pondré de mi parte.Él niega lentamente con la cabeza, como si yo fuera una niña ingenua que aún cree en reglas y todo ese tipo de mierd@.—Yo decido hasta dónde parar con los Mancini y su gente. Quien pone condiciones soy yo, piccola —responde con una sonrisa diabólica en sus labios.Cierro los ojos un instante mientras pienso, pero no hay mucho en que pensar, si lo hago, él les hará mucho más daño. Pero si con esto consigo mantenerlos con vida, entonces por ahora... por ahora lo dejaré ganar esta batalla.—Está bien —musito, sintiendo como si estuviera tragando cristales.
ANTONELLAAprendí desde muy temprano que sobrevivir no significa respirar, sino saber cuándo callar y cuándo tragar veneno sin vomitarlo frente al enemigo. Y esta vez, ese enemigo tiene nombre y maldita sonrisa: Malik. O Crow. O como quiera llamarse este bastardo con corona de oro y alma podrida.El día empieza como un castigo disfrazado de rutina. Crow no regresó a la habitación después de que se largó con su celular en la mano la noche anterior, cosa que agradecí en silencio. No tenerlo cerca era como quitarse un peso del pecho por unas horas. Pero claro, la paz no dura en este jodido mundo.Escucho unos pasos fuera de la habitación y eso me indica que alguien se aproxima, segundos después la puerta abrirse sin ningún otro aviso. Cuando miro una cabeza asomarse compruebo que se trata del mismo tipo que me arrastró al despacho de Crow antes de ir aquel ridículo evento. Seguro él también disfruta cómo su jodido jefe cómo me fuerzan para someterme, pero no les daré el placer de verme c
Último capítulo