Salomé y Damián no se aman… se consumen. Viven juntos, se desean sin tregua, sin secretos… hasta que el pasado regresa para romperlo todo. Salomé, joven, apasionada, con un amor que quema cada rincón de su cuerpo, jamás imaginó que el regreso de su ex, sería tan destructivo. Un hombre que conoce sus deseos más oscuros, sus miedos, y sobre todo, sabe cómo tocarla de una forma que Damián nunca podrá. Damián, frío, calculador, con una vida que parece perfecta a simple vista, no sabe que el amor de Salomé guarda más secretos de los que jamás imaginó. La traición acecha, las mentiras se enredan y, cuando todo lo que parece sólido empieza a desmoronarse, el deseo se convierte en la única verdad entre ellos. Tres cuerpos, dos pasiones, y un solo secreto que no puede salir a la luz. ¿Hasta dónde estarán dispuestos a llegar por el amor? Y, sobre todo, por el placer que nunca se olvida?
Ler maisPOV Salomé
—¡Siempre dices lo mismo! ¡Estoy harta de tus promesas!
Tras estas palabras, agarré mi abrigo, mi bolso y mi paraguas, y salí por la puerta.
Estaba a punto de llorar y muy enojada, no podía creer que me lo hubiera vuelto a hacer, ¡había vuelto a romper su promesa! Pero ésta iba a ser la última vez, ya era hora de que eligiera, o su trabajo o yo. Así que decidí que lo mejor era irme a pasar unos días a casa de mi madre, sabía perfectamente lo mucho que le molestaba eso, pero pensé que un buen escarmiento le vendría bien. Todavía estaba a tiempo de llegar al último tren de las 10:45, tenía la estación a diez minutos a pie, así que dándome un poco de prisa llegaría sin problemas, si ese maldito ascensor se daba prisa en llegar.
Durante el camino iba dándole vueltas al tema, tenía millones de cosas en la cabeza en ese momento, y por primera vez tuve dudas, ¿había hecho bien en irme a vivir con Damián tan pronto? Después de todo no hacía ni dos años que estábamos saliendo, y las cosas entre nosotros iban muy bien hasta que decidimos dar ese paso.
—Toda la culpa la tiene el maldito trabajo ese, que lo tiene absorbido, no sólo se pasa diez horas al día en la oficina, también tiene que trabajar cuando llega a casa. ¡Nunca tiene tiempo para mí! —Iba murmurando mientras caminaba.
De pronto empezó a sonar mi teléfono, —Seguro que es él —pensé en ese momento, pero ni me molesté en mirar la pantalla, no tenía ganas de hablar con nadie.
Volvió a sonar tres veces más, pero lo volví a ignorar, sabía que si escuchaba una explicación me iba a volver a engatusar con sus excusas, pero no, ya había sido suficiente, no era la primera vez que pasaba, era hora de que dejara de salirse con la suya.
Nunca estuve de acuerdo con que aceptara ese trabajo, si bien el sueldo que le ofrecían alcanzaba para darnos una vida más que decente, no me parecía suficiente como para compensar el tiempo que tendría que pasar en esa oficina. Por eso más de una vez le dije que yo podía trabajar de lo que fuera y que no me importaba tener una vida sin lujos, lo importante era que pudiéramos pasar tiempo juntos. Pero Benja siempre fue muy terco, según él, no me propuso que nos fuéramos a vivir juntos para que yo disminuyera mi nivel de vida, sino para que lo aumentara, no entraba en sus planes que su novia tuviera que pasar miserias, que si él tenía que dejarse el lomo trabajando por mi bien, así sería.
La verdad es que siempre fue muy tajante con el tema, así que con el tiempo dejé de insistir, pero con el paso de los meses la situación empezó a volverse insoportable para mí, si bien de alguna manera lograba llevarlo en silencio y pacíficamente, no estaba nada conforme con la situación. Y ese día... ese día la gota rebalsó el vaso.
"You're way too beautiful girl, that's why it'll never work". Mi hermana Zamira me había puesto esa horrible canción como tono de llamada en mi teléfono, y yo, que siempre fui una negada para las nuevas tecnologías, nunca supe cómo cambiarla. "You'll have me suicidal"... Seguía sonando el dichoso aparato, tenía ganas de reventarlo contra el suelo, ya era la quinta vez que sonaba, pero esa fue la última, por fin.
Hacía mucho que teníamos planeado irnos ese fin de semana a una posada con aguas termales que habíamos descubierto a las afueras de la ciudad. No todos los días le daban a Damián dos días libres seguidos, la ocasión era única. Estaba muy entusiasmada, iba a ser la primera vez desde que nos fuéramos a vivir juntos, hacía ya siete meses, que saldríamos en un viaje como este, tenía todo preparado para el sábado, incluso había ido a un salón de belleza para estar linda para la ocasión, pero...
—Salo... tenemos que hablar de lo del sábado.
Había salido tan decidida hacia la estación de tren y tan sumida en mis pensamientos, que me olvidé de que estaba lloviendo a cántaros. Cuando me di cuenta, frené en seco y saqué ese paraguas tan complicado de abrir que me había regalado mi hermana.
—Vaya —dije mientras me refugiaba en un portal—, ¿quién habrá sido el genio que inventó esto?
Después de sesenta largos segundos luchando contra él, por fin conseguí abrirlo, entonces miré mi reloj y vi que tenía poco menos de cinco minutos para llegar a la estación, así que decidí darme un poco más de prisa, pero sin exagerar demasiado, ya que a mi derecha tenía las vías y podía verlas perfectamente, por lo que me daría cuenta cuando el tren estuviera cerca, o al menos eso creía...
Estaba tan perdida en mis pensamientos, que no escuché a la máquina hasta que la tuve a pocos metros detrás de mí. Ahora sí me había quedado sin tiempo, inmediatamente empecé a correr como si la vida me fuera en ello, no quería perder ese tren por nada del mundo, ésta era mi oportunidad de poner en su lugar al idiota de Benja.
Entonces todo fue muy rápido, primero vi de reojo unas luces amarillas aproximarse por mi izquierda, después escuché un coche frenando, y por último sentí como mi cuerpo se sacudía, se levantaba en el aire y terminaba tirado en el asfalto mojado.
—¡¡¡Salomé!!! ¡¡¡Salomé!!! —pude escuchar segundos antes de perder la consciencia.
11:04 hs. — PERSPECTIVA: Damián.—¡Venga, Dami! ¡Arriba!Entreabrí un ojo y la luz del sol me hizo cerrarlo de nuevo. Tenía mucho sueño y quería seguir durmiendo.—Damián, que vamos a llegar tarde al trabajo.Lo volví a entreabrir, pero esta vez no lo cerré, la imagen que tenía delante era demasiado impresionante como para ignorarla.—¿Qué miras? —dijo ella, volteando un poco la cabeza regalándome una bella sonrisa.—A ti... ¿Qué sino?Porque sí... de espaldas a mí, revolviendo en su armario, con sólo un pequeño tanga de color violeta cubriendo su cuerpo... ¿Qué más iba a mirar si no era a ella? ¿Y más cuando no le importaba pasearse así delante de mí?—Venga, vístete. Ahí te he dejado unas camisas blancas que creo que te pueden servir —dijo, señalando al pie de la cama—. Y no me preguntes por qué las tengo, ¿vale? —zanjó, guiñándome un ojo.Dicho esto, se puso un sujetador a juego con su prenda de abajo, y salió por la puerta con su ropa de trabajo colgando de un brazo.Entonces... ¿
09:30 hs. — PERSPECTIVA: Salomé.Abrí los ojos y lo primero que hice fue girarme hacia mi derecha en busca de Damián.No estaba. No había pasado la noche en casa.Su lado de la cama estaba impoluto, con la sábana intacta y la almohada sin una sola arruga. Y me enfadé... Sabía que no debía, pero me enfadé de todos modos. ¿Qué más tenía que hacer para que me perdonara? Había dejado que me tratara como a un trozo de carne el día anterior, había perdonado que se fuera por ahí sin avisar y, encima, lo había animado a que se divirtiera y que no se preocupara por mí. ¿Por qué me seguía torturando entonces?Y lo llamé, vaya que si lo llamé.—Contesta, cabronazo...Pero no, no contestó.Cogí la almohada y ahogué lo que hubiese sido un pedazo de grito contra ella. La rabia me estaba consumiendo, y estaba a punto de tirar el móvil contra la pared, pero...«You're way too beautiful girl, that's why it'll never work»...—¿Dónde coño te has metido? —dije inmediatamente luego de pasar el dedo por la
00:30 hs. - Damián.Y se detuvo, se detuvo cuando llegué a su lado. Alzó la mirada y se quedó observándome todavía con esa sonrisa llena de vida. De repente, la música dejó de sonar, la gente a nuestro alrededor desapareció, y sólo quedamos ella y yo; uno delante del otro, cogidos de las manos y cruzando nuestras miradas. Y fue mutuo, ninguno tomó por sorpresa a ninguno, ambos sabíamos que era lo que queríamos, que era lo que deseábamos. Ambos sabíamos que aquella era la cura para todos nuestros males, que sólo nosotros la poseíamos, y que sólo nosotros la podíamos intercambiar el uno con el otro.«Bien hecho».Laura y yo nos besamos, y nos besamos con la misma pasión con la que nos habíamos besado aquella noche en el aparcamiento de la empresa; pero esta vez sin mentiras y sin ning
00:35 hs. — PERSPECTIVA: Salomé.Cuando te lanzas a vivir esto que se llama vida como a ti te da la gana, te arriesgas a que la sociedad te ponga mala cara. Bueno, o al menos si intentas hacerlo más allá de las reglas establecidas. Porque sí, tienes que jugar como ellos quieran, como ellos te digan. Y, dependiendo de cómo lo hagas, te dirán si eres más "negro" o más "blanco", menos "bueno" o menos "malo", etc. Siempre ha funcionado de esta manera, así que no te engañes. Te podrán decir que no están de acuerdo contigo, pero que igual te apoyarán; o quizás te digan que no te apoyarán, pero que tampoco se meterán en tu camino... Da igual, porque, de una forma u otra, al final terminarán juzgándote como el mundo les enseñó. Así son todos. Te lanzarán miradas de comprensión, pero por dentro te despedazarán como a un cerdo en el matadero.—Me voy a la cama, mi amor.—No, Fer... Quédate un rato más.—Pero, ¿y si viene...?—Me da igual. Quédate...Tenía clarísimo cómo funcionaba la cosa, pero
Se acercó a mí, me cogió de ambas manos y comenzó a sacudírmelas de arriba a abajo sin dejar de reírse. Yo, sin saber muy bien qué hacer pero sumamente desinhibido gracias a la atmósfera, empecé también a moverme al ritmo de lo que el local tenía para ofrecernos.—¡Así! ¡Claro que sí! —continuaba riendo Lu, sin soltarme las manos.—¡Joder! ¡Si es más fácil de lo que parece!—¿Verdad?Y ya no pude parar. Me sentía exageradamente bien, me sentía cómodo y feliz. Me gustaba mucho estar haciendo el tonto de esa manera junto a alguien a quien apreciaba y respetaba tanto. Y cada vez fui soltándome más, moviéndome quizás de manera ridícula, pero haciendo reír mucho a Laura, que era lo único que me importaba en ese momento. Me habí
23:40 hs. — PERSPECTIVA: Damián.—¿Entonces qué? —preguntó Elías—. ¿Al final cae la Raquel esa?—No lo sé, macho... Al principio creía que se hacía la estrecha, pero es que ahora pienso que es una estrecha de verdad —respondió Brian.—¡Pero si te lo llevamos diciendo todo el mes, subnormal! —dijo Giovanni—. A esa como no la enamores no vas a conseguir nada. Haznos caso.—Lo dices por experiencia, ¿no? —intervino Clara, en tono burlón.—¡Por supues...! Espera, ¿le estás diciendo estrecha a mi chica? —rio él, al cabo de unos segundos.—Eso lo has dicho tú... Yo me desentiendo completamente —volvió a reír ella.—Pues prefiero ser una estrecha que una suelta como tú —saltó la mencionada—. Que te los vas ligando de tres en tres...—¡Uuuuuhhhhh! —dijeron todos a la vez.—¡¿Perdona?! ¿Dónde me ves a mí rodeada de tíos?—Porque igual no les ofreces lo suficiente... Tal vez deberías ponerle más esmero.—¡Uuuuuhhhhh! —se volvió a oír.—Ah, ¿sí? ¿Pues sabes qué? Yo.... Cuando vaya a... Y veas qu
Último capítulo