14:00 hs. — PERSPECTIVA: Damián.
La tarde se presentaba increíblemente tranquila. El cielo se alzaba despejado y lo único que sentías estrellarse contra tu piel era una brisa fresca y otoñal. Todo el tumulto típico de una zona céntrica como aquella brillaba por su ausencia, siendo que el único sonido que podía escucharse, era el piar de nuestros vecinos los pajarillos que anidaban en lo alto de las copas de los árboles. Por la calle, apenas un puñado de personas había visto en todo el trayecto a mi casa. Seguramente mucho tenía que ver el trascendental partido de fútbol que se estaba disputando a esas horas. Todos estarían reunidos en sus casas, con amigos, familia, parejas, compañeros de trabajo... Después de todo, no todos los días se juega un derbi nacional.
—Qué silencio...
Cerré los ojos, respiré profundo. Llené mi pecho de toda esa paz, de toda esa calma. Vacié mi mente de cosas negativas, de pensamientos pesimistas. Borré de mi cabeza todo aquello que me generaba dudas, que no