El aire tranquilo del pequeño pueblo costero se agitó con la llegada de un rostro familiar. Stefano, el antiguo amante de Bianca, había regresado. Apareció en la plaza una mañana, mientras Bianca paseaba con Matteo en brazos. Su sonrisa era cautelosa, como si supiera que su presencia despertaría emociones complicadas.
—Bianca —dijo, con un tono que mezclaba nostalgia y arrepentimiento—. No esperaba encontrarte aquí.
Ella lo miró con sorpresa y desconfianza. El tiempo no había borrado los recuerdos de su relación con Stefano, ni las heridas que había dejado.
—Stefano —respondió, ajustando a Matteo en su brazo—. ¿Qué estás haciendo aq