El aire estaba denso en la sala de Matteo mientras repasaba los documentos esparcidos sobre su escritorio. Eran evidencias que había reunido con un esfuerzo monumental: cuentas bancarias vinculadas a sobornos, registros de transacciones ilegales y testimonios de personas valientes que habían accedido a hablar contra Vittorio. A pesar de la exhaustiva preparación, Matteo no podía sacudirse la sensación de que estaba caminando sobre una cuerda floja.
Aurora entró en la habitación con una taza de café en las manos, observando a su hermano con preocupación. —Llevas toda la noche aquí. Necesitas descansar, Matteo.
Él negó con la cabeza, sin apartar la vista de los papeles. —No puedo permitirme descansar. Todo esto... —hizo un gest