El sonido de la lluvia golpeaba suavemente las ventanas del apartamento de Matteo y Aurora mientras ambos permanecían en silencio. El peso de los acontecimientos recientes parecía aplastar la atmósfera, dejando una sensación de derrota en el aire. Matteo revisaba una y otra vez los pocos documentos que habían logrado salvar del juicio fallido, buscando alguna forma de retomar el caso. Aurora, por su parte, miraba por la ventana, perdida en sus pensamientos, con una taza de té en las manos.
Un golpe en la puerta rompió la quietud. Matteo se levantó de inmediato, con una mezcla de precaución y tensión. Su mano se detuvo sobre la pistola que mantenía en la mesa antes de abrir la puerta con cuidado. Para sorpresa de ambos, era Marco.
—¿Qu&ea