El ambiente opulento y cargado de Oblivion Lounge era como una escena sacada de un cuadro decadente. Las luces suaves proyectaban sombras insinuantes, y el murmullo de conversaciones mezclado con el ritmo acompasado de la música creaba una atmósfera electrizante. Emilia, con su uniforme impecable, se movía con destreza entre las mesas, equilibrando una bandeja de bebidas mientras intentaba ignorar las miradas insistentes que seguían cada uno de sus movimientos.
Esa noche estaba atendiendo una de las exclusivas salas privadas, donde las conversaciones eran más discretas y los rostros de los clientes estaban semiocultos por el juego de luces y sombras. Normalmente ese no era su lugar de trabajo, pero esa noche una de las chicas no pudo presentarse y Katerina le indicó que debía cubrirla.
Emilia aceptó con serenidad, incluso si la rubia intentaba castigarla o ponerla en aprietos, ella sabría cómo salir de allí sin problemas.
Mientras servía una copa de vino tinto a un hombre de cabello g