El bullicio del teatro seguía retumbando en los oídos de Alma mientras caminaban entre la multitud que salía emocionada tras el concierto.
Aún podía sentir la vibración de las voces de Il Volo en su pecho, como si la música no se hubiera terminado del todo. Valentín la miraba de reojo, encantado con la expresión extasiada de su rostro.
Ella caminaba como una niña que acababa de cumplir un sueño.
—Te gustó —preguntó él con una sonrisa ladeada.
—Me encantó... —respondía Alma con un suspiro, como si cada nota de aquella noche hubiera sido una caricia al alma.
Durante años, había sentido que su vida era una tormenta envuelta en secretos y sangre, pero esa música... esa música había sido su mar en calma, su escape, su pedazo de cielo.
Por un instante, no era la heredera, ni la jefa, ni la sombra de su padre, era solo una mujer que volvía a soñar.
Sus ojos brillaban de emoción.
—Siempre quise conocerlos. No puedo creer que estuve tan cerca.
Fue entonces cuando Valentín, sin decir una palabr