“Hoy se celebrará la audiencia clave que determinará si el proceso contra Valentín Moretti pasa a juicio federal o si algunos de los cargos son desestimados por falta de pruebas…”
La voz del noticiero matutino resonaba en todas las estaciones de televisión locales.
Mientras las palabras fluían, la pantalla mostraba imágenes del juzgado federal, rodeado de periodistas y patrullas.
La ciudad entera parecía contener el aliento.
En cámara lenta, el juez Cornelius Vázquez, hombre de cincuenta años, bajó los escalones de su casa con la tranquilidad de una rutina acostumbrada.
Portaba su maletín de cuero, gafas oscuras y un aire de superioridad que no dejaba espacio para la duda.
Antes de subir al auto, alzó la vista por un instante al cielo encapotado, como si una brisa extraña le acariciara la nuca con un escalofrío súbito.
Lo ignoró.
Lo que no sabía… era que ese día, todo estaba a nada de desmoronarse.
La esposa del juez, Lorena Vázquez, conducía su SUV blanca por Fort Lauderdale, ajena a