Malú salió del baño envuelta en una nube de vapor, el albornoz de seda pegándose ligeramente a su piel aún húmeda. Al encontrar a Ravi sentado en la cama, con el celular en la mano y una sonrisa pícara en los labios, arqueó una ceja. Al notar su mirada intrigada, Ravi respondió:
—Era Camila y las demás —explicó, deslizando los dedos sobre la pantalla—. Estaban preocupadas por la forma dramática en que nos fuimos ayer. Pero ya las tranquilicé.
Ella sonrió al recordar el cariño de las empleadas de Ravi, pero su rostro pronto se volvió serio al notar la ausencia de su camisón.
—¿Dónde está mi camisón?
Ravi soltó una risa baja, con los ojos brillando de diversión.
—¿Lo olvidaste, mi delicioso manjar? ¿Dónde lo dejaste exactamente ayer?
El rubor que cubrió su rostro fue instantáneo. Él rió más fuerte aún, abrazándola y enterrando su rostro en su cuello.
—De sirena seductora a niña tímida —murmuró entre besos—. Cómo adoro esa dualidad tuya, pequeña.
Malú rió, pero se apartó con determinació