El amanecer llegó a Vitória, y los primeros rayos del sol entraban suavemente por el resquicio de las cortinas, iluminando la habitación con tonos dorados. Ravi despertó con la sensación del cuerpo desnudo y suave de Malú sobre él, sus largos cabellos castaños extendidos como seda sobre su pecho. Su dulce perfume de fresa —ese mismo que lo había atraído desde el primer día— invadía sus sentidos, despertando en él un deseo que parecía no tener fin.
Ravi sintió el hermoso cuerpo desnudo y cálido de su morena sobre el suyo, así como sus largos cabellos oscuros desparramados sobre su pecho.
Sonrió, aún sin abrir completamente los ojos, dejando que sus manos recorrieran su espalda, recordando cada curva, cada beso, cada instante de la noche anterior. “¡Dios, cómo era perfecta!”, pensó.
Cuando por fin abrió los ojos, vio su rostro tranquilo, las pestañas largas proyectando sombras sobre sus mejillas sonrojadas. Ella dormía profundamente, exhausta tras la intensa noche que compartieron, u