Alisha Larraín, lleva tres años en un matrimonio por contrato con el Heredero del conglomerado farmacéutico más grande de la ciudad Damien Müller. Ella lo ha amado pero no es recíproco, así que decide aceptar la cláusula de divorcio. Luego de firmar los documentos y querer iniciar su nueva vida Alisha es despiadadamente asesinada. Y regresando tres años en el pasado, Toma la decisión de no casarse, pero esto hace que su ahora exprometido comience a descubrir sus verdaderos sentimientos por ella. Que decisiones tomara Alisha en su nueva vida cuando se vuelve a ver envuelta en una relación a un más torrentosa con el que fue su marido. Teniendo que volver a enfrentar directamente, a la mujer que le causa tanto daño.
Leer más~Pov de Alisha~
El fin de nuestro matrimonio ya no era mi decisión. No estaba dispuesta a soportar ni una humillación más, esas que me habían asfixiado durante tres interminables años. Con la mano temblorosa, conteniendo a duras penas las lágrimas que pugnaban por escapar, firmé el documento que yacía sobre su escritorio. Tomé una gran bocanada de aire, una última antes de la libertad, y me dispuse a abandonar su oficina. Pero justo cuando mis dedos rozaban la fría perilla de la puerta, su voz grave, gélida, me detuvo. —Alisha Müller. Girando la cabeza apenas un centímetro, le respondí con una frialdad que me sorprendió a mí misma. —Disculpa, ya no soy Müller. Salí de allí con una urgencia desesperada, sentía que me asfixiaba. Con el poco aire que me quedaba en los pulmones, me detuve en la acera y abordé el primer taxi que vi, indicándole el camino a Währing. Necesitaba escapar. Eran aproximadamente las nueve de la noche cuando llegué a la imponente mansión Müller, el lugar que había sido mi prisión dorada durante los últimos tres años. Viví allí un matrimonio por contrato, un pacto unilateral de amor de mi parte, una absurda esperanza de que él algún día llegaría a amarme. «Qué equivocada estuve» Descendí del taxi con una prisa febril, justo cuando un gran estruendo anunció la inminente tormenta. Entré a la mansión, olvidando por completo decirle al taxista que esperara. Un error monumental, pero mi única meta era salir de allí cuanto antes, evitar encontrarme de nuevo con él. Ingresé a la que fue "nuestra" habitación y no pude evitar que las lágrimas, esas traicioneras gotas saladas, se deslizaran por mi rostro. «Ali, no vale la pena, ya no más» Me reproché a mí misma con la voz temblorosa, mientras me apresuraba a secar las lágrimas y a tomar mi maleta. Tenía que irme. Un silencio sepulcral envolvía toda la mansión, un peso opresivo que me agobiaba. Recorrí con la mirada lo que había sido mi hogar durante esos años vacíos, antes de dejar las llaves sobre la repisa de la entrada. Al salir, la cruda realidad me golpeó: el taxi ya no estaba. —¡Mierda! —exclamé, frustrada. Tendría que caminar un par de kilómetros para conseguir otro. Para colmo de mis desgracias, mi celular estaba sin batería. Comencé mi camino y, al instante, sentí las primeras gotas de lluvia golpear mi rostro. No pude evitar reírme, una risa amarga, de lo ingenua que había sido todo este tiempo. Ese hombre nunca mostró un ápice de afecto, y siempre, siempre, colocó a esa otra mujer por encima de mí, a pesar de que yo era su esposa. «¿O eso había sido solo un título?» Un mero nombre en un papel que llevé por un amor que solo existió en mi corazón y por una deuda de gratitud. Nunca fui su amante de verdad, solo una firma que nos mantuvo atados durante los últimos tres años. Allí estaba yo, una joven de veinticinco años, con un divorcio amargo como preámbulo de mi futuro. «Qué miserable debo verme, y qué felices deben estar ellos» medité, suspirando mientras arrastraba mi maleta por las aceras de la gran villa. La lluvia arreciaba. Finalmente, logré llegar a la avenida principal, empapada hasta los huesos y totalmente desaliñada. A lo lejos, visualicé las luces de un auto. Inmediatamente, agité el brazo con desesperación, rogando que se detuviera. De repente, sentí en mi espalda unas grandes manos que me empujaron con una fuerza brutal hacia la carretera. «¿Qué estaba pasando?»~Pov de Dimitrik~ Estaba sentado frente a ella en el hermoso restaurante Clementine im Glashaus. Dieciocho meses. Ya habían pasado dieciocho meses desde que la vida me regaló a Judith y, a pesar de todo, se sentía como si fuera ayer. A mi alrededor, las mesas estaban llenas de gente, pero para mí, solo existíamos nosotros dos. El suave murmullo de las conversaciones y el tintineo de los cubiertos se desvanecieron en el fondo, creando un espacio íntimo solo para nosotros. Sabía que debía haberlo hecho antes, pero ambos habíamos acordado tomárnoslo con calma, sin dejarnos presionar por la ráfaga de bodas que habíamos presenciado en los últimos dos años. Una punzada de melancolía me invadió al pensar en mi padre. Su salud se había deteriorado tan rápido que no pudo estar conmigo en este momento tan crucial, pero una de sus últimas voluntades fue verme formar una familia. Su recuerdo me dio la fuerza para seguir adelante. Tomé una respiración profunda, sintiendo el aire llenar mis pulm
~Pov de Alisha~ •°Catorce de junio del dos mil veinticuatro°• Todavía me cuesta comprender que hoy no moriré, y que mi pequeño hijo, un ser de carne y hueso, está a salvo en mis brazos. Aún me asombra que estoy casada con Damien, el hombre que me salvó de la oscuridad, y que con una sonrisa genuina en mi rostro, poso con mi vestido de dama de honor para la boda de mi mejor amiga, Helena. Siento una inmensa gratitud por el destino que me trajo hasta aquí. Espero, con todo mi corazón, que nuestras líneas, como me ha dicho mi esposo, tomen el rumbo correcto y que mi padre, donde quiera que esté, finalmente pueda descansar en paz.🔅 ~Pov de Helena~ —Bueno, esto ha sido boda tras boda. Ha sido un año muy divertido —murmuro para mí misma, mientras me ajusto la delicada lencería para la noche de bodas. Hace un año, el día de mi cumpleaños, Christopher me propuso esta locura. Estábamos en Kundl, en la hermosa casa de Veronica, y, por supuesto, acepté sin dudarlo. Quiero formar una famili
~Pov de Brina~ Deslicé la liga nupcial por mi pierna derecha, una sonrisa de picardía se dibujó en mis labios. La suave brisa del mar Mediterráneo entraba por el balcón de la habitación, trayendo consigo el inconfundible olor a sal y primavera de Montecarlo. —¡Este hotel está increíble!—exclamó Helena, entrando con Judith y Melany, quienes lucían radiantes en sus vestidos de damas de honor de un delicado rosa pastel. —Sí. Mis padres también se casaron aquí—respondí, sonriendo mientras las veía. En ese momento, mis pensamientos volaron a aquel día en el que decidí aceptar toda esta locura. Al día siguiente del incidente, Mike despertó, después de haber estado inconsciente por la gran pérdida de sangre que había sufrido. Estando a su lado, le pedí perdón por lo que había ocurrido con su padre. —No hay nada que perdonar. Él pudo haber esquivado la bala, pero no lo hizo. Al parecer, estaba decidido a morir—me confesó Mike con una voz tranquila y serena. Me explicó que, un segundo a
~Pov de Melany~ Tomé la mano de mi ahora esposo mientras los pétalos y una suave nevada caían a nuestro alrededor. Caminábamos por el sendero, sellando así nuestra ceremonia nupcial. Mi corazón latía con tanta fuerza que temí que se saliera de mi pecho; sentía que vivía dentro de un sueño del que nunca querría despertar. Luego de recibir las felicitaciones y los abrazos de todos, nos abrimos paso hacia una zona más boscosa. Allí, un techado de madera y telas blancas, adornado con luces amarillas y detalles en tonos verdes y cremas, creaba una atmósfera mágica. Era un lugar sencillamente maravilloso. Pronto llegó la cena, seguida de los brindis y los discursos emotivos. Mis padres y los de Erick pronunciaron palabras llenas de amor. Después, nuestros amigos soltaron algunas bromas, como que yo había logrado cambiar al "oveja negra" del grupo. Reí, pero en mi fuero interno, la idea me pareció absurda. Nunca quise cambiar a Erick; ser él, con todas sus virtudes y defectos, es precisa
~Pov de Melany~ Estoy en el balcón de la habitación, en la hermosa casa del lago de los Kusanovic en St. Gilgen. Puedo ver todo el movimiento del servicio, corriendo con la decoración, y no puedo mentir: los nervios me consumen. «¿Cómo llegué a esto?» Lo recuerdo bien. Fue la mañana del cumpleaños de Alisha. Me había escabullido por el apartamento de Erick para robar de su helado de macadamia y preparar el desayuno. Tenía mis auriculares puestos cuando él llegó. Abrazándome por detrás, me arrastró hasta la encimera. —¿Por qué te levantaste tan temprano? —me preguntó, mientras tomaba el control de su cocina. —Tengo una cita —le respondí, con una sonrisa traviesa. Él levantó una ceja. —¿Con quién? —Con Dimitrik. Me fulminó con la mirada, mientras yo metía otra cucharada de helado en mi boca. —¡Deja de comer helado antes de desayunar! Y si sabes que él tiene novia... Negué con una risita. —De hecho, mi cita es con ella. No quiero llegar y sentirnos incómodas en el cumpleaños d
~Pov de Alisha~ —¿Cómo te sientes? —me preguntó Helena, mientras grababa la habitación con su teléfono. Llevaba solo la lencería blanca bajo una bata de seda. Las estilistas y maquilladoras seguían trabajando en mí, perfeccionando cada detalle. Sonreí, sintiendo un nudo en el estómago. —Algo nerviosa. Todas las chicas soltaron una risita. Lucían hermosos vestidos de damas de honor en color azul cielo, y se veían deslumbrantes. —Bueno, ¡ha llegado el vestido! —exclamó Vero al entrar, acompañada de Serenia. Mi piel se erizó al verlo. Entre bromas sobre los tacones hechos a medida para que todas mis chicas quedaran a la misma altura, mi bebé se movió con una patadita ansiosa. —Yo también lo estoy, bebé— le susurré mentalmente. Me miré en el espejo, después de tanto sufrir con el diseño por mi pancita, que ahora se notaba más. Llevaba un delicado vestido blanco con los hombros al descubierto, un escote de corazón y un corpiño ceñido. Las mangas de gasa y la falda suelta caían ha
Último capítulo