~Pov de Alisha~

Después de escribir una lista con las fechas clave de mi vida anterior, anotando los momentos más dolorosos y los puntos de inflexión que me habían llevado a la ruina, me hice una promesa solemne: no volvería a cometer los mismos errores. Ya era de noche, y el cansancio, más mental que físico, me arrastró a los brazos del dios Morfeo.

Desperté al día siguiente por un fuerte rayo de sol que se colaba por la ventana, bañando mi rostro con una luz cálida. Justo en ese instante, el sonido de una llamada entrante irrumpió en el silencio. En la pantalla, el nombre de mi hermana, Verónica. Ella era mi mayor apoyo desde la muerte de nuestros padres, aunque su trabajo la mantenía en Kundl, a cuatro horas de Viena.

—¡Alisha! —la oí gritar, su voz llena de un regaño mezclado con alivio—. ¿Por amor a Dios, dónde estabas? ¿Por qué no me contestabas? ¡Estaba tan preocupada por ti! —Su voz se quebró al final, ahogándose en un sollozo.

No pude evitarlo. Las lágrimas se agolparon en mis ojos, y un nudo en mi garganta me impidió hablar por un momento. La extrañaba.

—Hermana, te extrañé tanto —le confesé, mi voz temblorosa—. Lamento todo lo que ha pasado.

—Alisha, no vuelvas a asustarme así —me reprochó, con la voz aún cargada de emoción—. Me dijiste que te ibas a casar ayer, y te llamo y no me contestas... ¿Qué se supone que debo pensar? ¿Que ese hombre te hizo algo?

«Oh, ¡mierda!», pensé. No lo recordaba, pero por supuesto que le había contado a mi hermana de Damien y de mis planes de matrimonio.

[...]

En mi vida anterior, había sufrido un accidente que me impidió trabajar, y Verónica, a pesar de sus esfuerzos, no había podido ayudarme a cubrir la matrícula del último semestre. Fue en ese momento de desesperación que Damien me propuso el matrimonio por contrato.

Él necesitaba una esposa. Según me había explicado, era la única manera de convencer a su abuela y poder tomar las riendas de su conglomerado. Yo, ingenua, lo había visto como una solución a todos mis problemas.

[...]

—¿Ali? ¿Estás ahí? —inquirió mi hermana, devolviéndome a la realidad.

—Sí, estoy aquí, Vero. Escucha... no me casé con Damien —aclaré, mi voz sonaba más firme de lo que me sentía—. No me pidas explicaciones. Es lo mejor. Buscaré otra forma de conseguir el dinero para la universidad. No te preocupes.

Un largo suspiro resonó al otro lado de la línea. —Ay, Ali, ¡estás loca! Aunque a mí también me parecía grave ese matrimonio por contrato en el que ibas a entrar con ese hombre —dijo, antes de que el sonido de una voz lejana la interrumpiera.

—Tengo que dejarte —apremió Verónica—. Cuéntame cualquier cosa, no dudes en llamarme. Te quiero.

Me hubiera gustado hablar más con ella, pero entendía que estaba ocupada.

—Ok, Vero —respondí con cariño—. También te quiero mucho. Cuídate.

Al finalizar la llamada, me levanté con las manos en la cintura y exclamé para mí misma:

—¡INICIARÉ MI NUEVA VIDA!

Me dirigí a la habitación, me di una ducha rápida y me vestí con ropa sencilla: unos jeans, mis botas favoritas y mi chaqueta de cuero negra. Tomé mi maleta y mi celular, y salí de casa con rumbo a la universidad.

En el camino, un mensaje entró en mi bandeja.

Noah: [¡Hola, Ali! ¿Cómo has estado? ¿Cómo siguió tu mano? Hace días que no sé de ti.]

Era Noah Gruber, mi supervisor en la universidad y un gran amigo de mi hermana. Contesté de inmediato.

Alisha: [Hola, Noah. Bien, gracias, mucho mejor. Hace una semana me quitaron las vendas. Voy rumbo a la universidad a hablar con el decano.]

Tenía que acomodar mis horarios y, sobre todo, pedir un plazo para el pago de la matrícula. Estaba a un paso de graduarme, y nada iba a detenerme esta vez.

Noah: [Ok. Aquí te espero. Búscame y hablamos.]

Escribió él, y respondí al instante.

Alisha: [Claro, nos vemos en un rato.]

Noah sería un gran aliado. Tenía buenos contactos en la universidad, y para lo que estaba pensando, su ayuda sería clave.