"Prefiero ser el peor villano y mantenerte conmigo, que un imbécil inepto que no pudo protegerte" En la vida llena de intrigas y malos tratos por parte de sus suegros, padre y esposo, Isabel ve una pequeña luz al final del túnel al reencontrarse con su antiguo amor de adolescencia, el confort que puede sentir en ese momento después de tantos años, se ve opacado debido a las inseguridades de su esposo y el descubrimiento de su infidelidad con su hermanastra, la persona que más la odia en el mundo y su terco temperamento que le impide irse como una perdedora, pero al final, al perder lo más sagrado que pudo obtener; su mundo se hace añicos y la bestia que estaba oculta bajo una piel de cordero y que siempre le había cuidado la espalda sale a flote. —A partir de ahora yo te cuidaré... Ella baja la mirada devastada —Ya no me queda nada para darte. Él con una sonrisa misteriosa levanta su mentón y la mira como la cosa más valiosa del mundo. —No necesitas darme absolutamente nada, solo te necesito a ti en mi vida, creeme, nadie tiene la más remota idea de lo que sería capaz de hacer si tú no estuvieras aquí. —su mirada se torna como la de un demonio con sed de sangre y con un suave beso en su frente, esconde la sonrisa más vengativa que había mostrado nunca. "Prefiero ser el peor villano y mantenerte conmigo, que un imbécil inepto que no pudo protegerte" "Al final del día, yo también quiero decir que te amo".
Leer más—¡Es mi hijo! ¡denmelo!
Mientras Isabel manoteaba y gritaba histérica, la enfermera con una expresión de preocupación, se acercó con el pequeño bebé envuelto en una pequeña sábana. El pequeño era hermoso, pero no se movió.
Isabel quedó completamente fuera de sí, y en completo silencio tomó al pequeño y al momento sintió el cuerpecito frío. —No… no, no, no. mi… bebé… ¡mi bebé! ¡aaaaah!
Los gritos desgarradores de Isabel casi llegaron a todos los rincones del hospital. Mientras un hombre que fumaba cerca en un balcón de la zona vip, miró en silencio la vista panorámica, arrojó el cigarrillo al suelo y con una mirada sin el más mínimo atisbo de emoción hizo una llamada.
—Llama a Zedillo, que comience con su plan, pero no puede tocar a Isabel, ni al bastardo de Mariano y Jezabel. Ellos son nuestros…
Apagó su teléfono y entró a la habitación de Isabel. Ella que estaba completamente envuelta en su dolor. No le importó siquiera que se le quitara la canalización ni el dolor después de dar a luz, solo abrazaba con fuerza el pequeño cuerpo entre sus brazos, mientras John la abrazaba con inmenso cuidado pero con firmeza, a pesar de la rabia e impotencia.
Besó su cabeza mientras las lágrimas se retenían tercamente en sus ojos. —Sin importar en qué me convierta, te juro que no los dejaré ir…
—No los quiero muertos, quiero que sufran mil veces más de lo que yo he pasado. —mientras escupía todo su odio con los dientes apretados, John de alguna manera sintió alivio al escucharla. Sabía que era alguien despreciable debido al hecho de sentirse frustrado o mal cada que su tolerancia estúpida y bondad innecesaria salían a flote; trató de hacer todo lo posible por ella, pero esos actos “bondadosos” de ella en ocasiones lo enfermaban.
—Está bien, convirtámonos en demonios juntos.
Mientras tanto, entre el personal que salía del hospital a esa hora, una mujer hermosa y curvilínea sonreía de una manera casi maniática después de escuchar los desgarradores gritos de Isabel.
—Jajajaja eres la más miserable sucia perra, no te preocupes, que esto no acabará pronto. —Mientras veía al hermoso bebé en sus brazos, se percató del gran parecido que tenía con Mariano. —Tsk, por lo menos no molestará mucho por esas estúpidas pruebas, por un momento creí que serías lo suficientemente zorra como para meter al bastardo de John con los Ruiz, eres una tremenda decepción tras otra.
Después de subir a su auto extasiada por la emoción, se alejó perdiéndose entre la tormenta de nieve que azotaba esa noche la ciudad.
Dos años antes en ciudad Magnolia...
«Adivina en dónde está tu esposo»
Por tercera vez en esa semana llegaba el mismo mensaje de un número desconocido. Isabel suspiró profundamente mientras juntó sus manos como si estuviera rezando y apretó fuertemente.
Sentia una impotencia terrible debido a la humillación constante de las amantes de su esposo, ahora no solo se trataba de una burla cualquiera, desde hacía semanas ese mismo número comenzó a molestarla con persistencia, trató de ignorarlo como las ocasiones anteriores, bloqueó el número en ése momento, pero no mucho después, de un número bastante conocido llegó un mensaje con fotografía.
«¿Crees que le guste?»
El color se le fue del rostro mientras sentía que se le nublaba la vista. Le costó trabajo respirar pero no quiso pasar la humillación aún más grande de desmayarse de la rabia, vergüenza, impotencia y odio por la mujerzuela de su hermanastra.
El mismo lunar de nacimiento que tenía su padre en el cuello lo tenía Jezabel, así que no había margen de error, ya podía entender el porqué de la insistencia.
Las lágrimas de impotencia, dolor, humillación, odio y resentimiento, cayeron en silencio mientras se cubría la boca y hacía hasta lo imposible para no gritar y destrozar todo en el lugar; como siempre, sería peor si todos en la empresa se volvieran a dar cuenta de lo “celosa” que era.
Estaba harta de esa “vida” pero lo único que le daba fuerza era su orgullo de no querer volver a la casa de su desgraciado padre. Lo único que haría él si se fuera, sería arrastrarla de nuevo a esa m*****a casa así fuera del cabello o rompiéndole las piernas. Y en cuanto a su madre…
Solo podía poner los ojos en blanco debido a que solo lloraba, le pedía que la dejara en paz, pero jamás hacía nada con el pretexto de que la “familia debe estar unida sin importar qué” quería ser fuerte, lo suficiente como para que su suegra, Mariano y su padre jamás pudieran volver a tocarla o molestarla.
Y eso solo podía hacerlo solamente con su propia empresa la cual iba bastante bien, pero aun no podía dejar de depender del apoyo de su suegra.
Pero eso no podía menguar todo el sufrimiento por el que estaba pasando debido al “entretenimiento” del hombre que amó en algún momento, aquél con el que en algún momento imaginó que lograría la felicidad que tanto había añorado desde su infancia.
Estaba tan furiosa e indignada, que quería salir corriendo de ese repulsivo lugar, no obstante, el amor a su "bebé" le recordó su tan anhelado sueño, por lo que rechinó los dientes, suspiró profundamente y caminó hacia la sala de juntas.
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Casi en shock, Isabel miró al hombre frente a ella, una cara muy familiar y que le despertaba emociones meláncolicas y dolorosas de su feliz infancia.
—Cuanto tiempo sin verte.
Dijo John mientras le daba un fraternal abrazo. Él había querido verla desde hacía mucho tiempo, sin embargo, su orgullo y la gran resistencia a dejarla ir se lo impedían, estaba seguro de que si se reunían, le sería imposible alejarse de ella de nuevo.
Sabía gran parte de lo que sucedía en su vida hasta ese momento, y, al enterarse de los deslices de Mariano, su paciencia se agotó.
Isabel que hasta ese momento se dió cuenta de que estaba sudando frío, trató por todos los medios de contener su incomodidad y respondió con una sonrisa.
—Demasiado, ¿cómo has estado?
El dolor en su pecho se convirtió en un triste vacío, su vida era un desastre y él tenía que llegar justo a tiempo para verlo. ¿Qué tan miserable quería verla el destino?
Los días pasaron y Mariano estaba tan furioso e indignado que casi quería destruir media ciudad para encontrar a Isabel, Samanta ya no había dicho más y solo lo amenazó con cambiar todo el personal por varones si no aprendía a comportarse y lo echó de su oficina. Jezabel se sentía extasiada de que todo estuviera marchando sobre ruedas, MAriano cada vez odiaba más a Isabel, Samanta ya no la mencionaba salvo las ocasiones en las que había dicho que estaba trabajando en una “filial” fuera del país y en su rostro se mostraba su enojo y disgusto su mención. Semanas después…Todas las tardes, molestaba a John con lo mismo, haciendo a todos en la empresa se artaran del mismo tema, Samanta estaba furiosa, pero soportaba a John, debido a que era bueno en su trabajo y además, tenía algo muy importante en mente para él. Mariano iba constantemente al departamento, aunque ya sin Isabel se volvía algo muy inquietante, era incomodo el sentimiento que tenía y que al mismo tiempo no sabía explicar,
La tensión, el nerviosismo y el agotamiento que pareció volver a sentir en un instante Isabel, desaparecieron en cuanto salió del despacho del abogado, John a su lado, sonreía con una expresión casi de alivio. Ambos estaban tan inmersos que no se percataron que sus manos estaban entrelazadas en ese momento, agarradas firmemente. —John, necesito ir a rec…—estaba por decirla que necesitaba recoger sus cosas a casa cuando él se detuvo en seco. —No, no necesitas regresar a ese lugar, si hay algo importante dime de qué se trata y enviaré a alguien por ello, no puedes volver a un lugar que te ha causado tanto daño ni por un momento. Isabel sintió por un instante un nudo en la garganta, él tenía razón, no obstante, los archivos de su empresa y contactos estaban en esa casa, y le avergonzaba que él se percatara de ello, no se sentía con la capacidad de dejarlo ir simplemente como si no fuera nada, quería comenzar de cero de ser necesario, pero tampoco podía tirar su esfuerzo de años a la ba
Los días pasaron y mientras John estaba en el trabajo había ocasiones en las que escuchaba ruido en la perta de la casa, no obstante, cuando saía ya no había nada, tal vez una chica limpiando o el mayordomo que regaba las flores de la entrada, el tiempo pasó muy tranquilo, tanto, que fue extraño. Al calmarse y sentirse un poco más segura y después de pensar todo fríamente, Isabel con una sonrisa fue a ver a John a su despacho. —¿Podrías hacerme un favor John? —él, bastante intuitivo y esperando que ella por fin tomara la decisión más importante, sonrió asintiendo. —Claro, los que quieras. Isabel sonrió más profundamente y John sintio como si todo el esfuerzo de esos años y los malos tragos desde que llegó hubieran valido la pena. —Quiero divorciarme.John inmediatamente se puso de pie y se dirigió a ella, ¿estas segura? Ya no habrá vuelta atrás, pero no tienes de qué preocuparte, te apoyaré en todo. Isabel por un momento sintió una punzada de culpa y acidez en la boca, así era J
Después de la infernal fiesta, Samanta siguió sin hablar con Mariano, este de verdad llegó a arrepentirse y sorprenderse de sí mismo por tanta estupidez, recapitulando, de no haber sido por todos los “caprichos” y “berrinches” de Isabel, nunca habría perdido la cabeza de ese modo. Ahora la gran incógnita era, ¿en donde estaba esa inconsciente alborotadora? ********En la casa de John, en el gran jardín, con la brisa sutil y el sol en la cara, Isabel sonreía al sentir una paz qué no había experimentado prácticamente desde que tenía memoria, John que la veía desde una mesa a la distancia mientras trabajaba, sonrió sutilmente también, al sentir como un gran peso de su espalda se relajaba y el más grande nudo en su corazón se iba deshaciendo. Los Ruiz como ya esperaba, sin Isabel eran un desastre, aparentemente eran fuertes e independientes, no obstante, la misma Isabel sin darse cuenta, se convirtió en gran parte de su soporte. Era satisfactorio ver como la madre sobreprotectora
La sorpresa de Samanta fue algo extraña, cuando Mariano le mencionó que Isabel tenía días sin llegar a casa. De verdad podía entender el como se sentía, no obstante, por ningún motivo, dejaría que alguien provocará que los Ruiz se convirtieran en la burla de la ciudad. Al llamar a su teléfono jamás contesto sin importar las llamadas, la busco con su padre y este además de hablar pestes innecesarias de su hija solo juro que la llevaría de regreso sin importar qué, al final, su enojo y frustración se convirtió en preocupación, cuando definitivamente se dio cuenta de que había sido bloqueada. Se había asegurado de que la niña se mantuviera bajo control varias veces, pero al cuestionar a Mariano, se dio cuenta de que su hijo(como siempre), había sido el detonante de eso. Pudo haber dudado de John, sin embargo, él asistió al trabajo sin problemas cada día y desde la última vez, se mantuvo completamente al margen, con una frialdad casi tajante. Lo vigilo bastante tiempo, no obstant
El día pasó sin contratiempos, hasta que al llegar Samantha a la oficina, fue sorprendida por Mariano. —Mamá, ¿no crees que estás solapando mucho a Isabel? Cada vez se vuelve más impertinente y es muy difícil estar a su alrededor, ¿como no puede ser como tú? Eres consciente de las cosas y no tienes problema con ello. —al instante, Samanta apretó los dientes al entender las estupideces que decía su propio hijo, ¿no tenía problema? por supuesto que lo tenía, sin embargo, el hecho de hablar o hacer más problemas sería más perjudicial para ella y él, de lo que se imaginaba, de verdad hubiera querido quedarse con el hombre que amaba y criar a su hijo con él, no obstante, el muy desgraciado prefirió seguir a la mujer que amaba que a la que le convenía. Ese era su trauma y dolor más grande en la vida, Mariano sin imaginarse de los pensamientos de su madre, chasqueó la lengua y se despeinó frustrado. —Dile a Isabel que no olvidaré esto, y será mejor que deje sus caprichos o llevaré a Jezab
Último capítulo