ALONSO:
Entendía que mi Celia compartía el mismo sentimiento y los mismos miedos que albergaba en mi pecho. No quería exponerla al peligro, ni a ella ni a nuestro hijo. ¡No! Debía existir otro modo de descubrir si mi abuela era la traidora, la espía durante toda una vida. Había muchos huecos en esa sospecha. Era verdad que se había casado con mi abuelo, quien había arriesgado su vida para sacarla de aquel lugar donde, según ella, la obligaban a realizar tantos experimentos.
Nosotros existíamos porque tuvo un hijo con él, un solo hijo. Cada vez que le preguntaban por qué no había tenido más hijos, guardaba un silencio incómodo y miraba al abuelo. Mi abuelo, él era un enigma aún mayor que mi abuela. Ahora es que conocemos de dónde procedemos gracias a las investigaciones de Vittorio. El abuelo jamás habló de sus padre