Mundo ficciónIniciar sesiónNo respondí. Corrí al baño y me metí bajo el chorro frío de la ducha para despertarme. Lo sentí sacar mis ropas mientras me contaba que los hombres estaban entrenando, los había visto desde su ventana. Dante y yo habíamos vivido mucho tiempo solos y nos ayudábamos mutuamente en todo. Al salir, me puse la ropa que había elegido para mí sin preguntar. Lo notaba nervioso, y yo también lo estaba.
Salimos en silencio hasta el comedor donde Nectáreo reía a carcajadas con sus dos hermanas, en verdad las amaba y lo hacían feliz. Él mismo había preparado, ayudado por ellas, el desayuno; cocinar era su pasión. Tomamos asiento luego de saludar a cada extremo de la mesa como era nuestra costumbre.—¿Y esto a qué se debe? —me atreví a preguntar, intrigado por la escena familiar que se desplegaba ante mis ojos.&m






