312. CONTINUACIÓN

Nectáreo, siempre práctico y resuelto, tomó el control de la situación. Su voz firme y decidida contrastaba con la tensión que se palpaba en el aire.

—Bien, familia, parece que tendremos que posponer la celebración. ¡Vamos al hospital!

Todos miramos a nuestro alrededor, estábamos en la costa, lejos del centro de Cedera donde quedaba el hospital de Luigi. En ese instante anhelé que uno de esos autos que hablaban solos y que aparecían a cada rato si te veían caminar hicieran acto de presencia.

—¿Dónde están todos esos locos autos cuando más los necesitan? —grité al sentir que una nueva contracción me envolvía y cómo un líquido caliente corría por mis piernas—. ¡Ah..., aparezcan maldita sea!

 Mis hermanos me miraban sin entender a qué me refería, pero vi a mi Alonso sacar su
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