118. EL MAFIOSO ALONSO
CELIA:
Alonso se tomó un momento para considerar mi condición. La intensidad con la que lo miraba revelaba la seriedad de mi propuesta. Creo que era una petición que iba más allá de lo que esperaba, tocando quizás asuntos que no quería ceder. La exclusividad que le solicitaba hablaba de una necesidad de seguridad emocional y respeto mutuo. Todavía seguía sin conocer apenas nada de este hombre que tenía delante de mí. Pero en eso no podía ceder, sentía que no iba aguantar.
—Celia —comenzó Alonso, su voz firme pero suave—, no tienes que preocuparte por eso. No estoy buscando a nadie más. Cuando te compré en esa subasta, no estaba simplemente salvando a una desconocida. Estaba asegurando que seas mía la vida entera. No me mires así, no lo volveré a mencionar, está bien, palabra de…
Se detuvo de nuevo e hizo una pausa, buscando las palabras adecuadas para transmitir lo que me pareció la sinceridad de sus intenciones conmigo.
—Te doy mi palabra de honor. Quiero que nos complazcamos en to