Dos días más tarde.
La propiedad ya se encontraba limpia, durante el sepelio de Sara, Leonardo no dijo ni una sola palabra, todo fue de manera privada, con traje oscuro y lentes del mismo tono, Leonardo permaneció firme justo al lado de su tumba, se mostraba frío y sediento por terminar lo que sus enemigos iniciaron.
Marcello estaba de regreso junto con el pequeño Santino y otros cuántos hombres más que protegieron al pequeño en tiempo de guerra.
Leonardo abrió los brazos y lo recibió, Santino sonrió y besó su mejilla, tener a su hijo entre sus brazos fue medicina para su dolor, las lágrimas rodaron por las mejillas de Leonardo, su hijo era su mayor tesoro, lo único que quedaba de Elena.
—Señor, ella ya se encuentra aquí, investigue todo de ella, puedes estar tranquilo está limpia —informó uno de sus hombres.
Con la cabeza Leonardo pidió a la nueva niñera que se acercara, ella, una mujer joven y con aspectos de ser una buena persona.
—Buen día señor Leonardo, mi nombre es Lila E