Los minutos fueron transcurriendo, Leonardo ya había pasado por la mitad de aquella botella, su cabeza daba vueltas, pero la bebida no había sido capaz de absorber su dolor, el fuego era fuerte, las brasas incandescentes esperaban por Alessandro.
Sus hombres continuaban sacando muebles para mantener la fogata encendida para su jefe, Leonardo con el pulgar frotaba la argolla de compromiso, se preguntaba: ¿cómo sería vivir sin Elena, si podía vivir sin ella, qué sería de su vida sin aquella parte importante que le daba sentido a su existencia?
Leonardo trago saliva desbaratando el nudo que se armaba en su garganta, sus ojos no podían resistir más, se tornaron húmedos, una delgada lágrima rodó por su mejilla perdiéndose entre su barba.
Leonardo apretó los labios, necesitaba desahogarse, pero no sabía como, aquel dolor lo estaba consumiendo, la noche cayó, Leonardo con la mano limpió sus lágrimas y luego se levantó.
Estiró su cuerpo y luego cerró los ojos, aquel vacío en su pecho lo aco