Los autos se detuvieron, Leonardo descendió, Elena y Anna se ubicaron a su lado, a la distancia podían observar una casa con aspecto de abandono.
—Las probabilidades de encontrar a nuestro hijo en el interior en aquella casa superan el setenta por ciento, es el lugar ideal para tener a un rehén —aseguró Leonardo.
—Entonces, ¿qué esperamos?, vamos por él, no hay que perder más tiempo —interrumpió Anna, pero Leonardo colocó la mano frente a ella impidiendo el paso.
—Nada es tan fácil como parece, Cristina es una mujer que suele jugar con sus enemigos, una vez que abras la puerta hay grandes posibilidades en que un artefacto puedes tallar en tu rostro.
»Un francotirador puede abrir un agujero en tu cabeza, debes ser paciente y encontrar la mejor salida —aconsejó Leonardo a su hija, en esta ocasión no hubo reproche de su parte simplemente aceptación.
—¿Qué debemos hacer? —preguntó Elena.
—Tú y Anna se quedarán con el segundo grupo, ustedes cubrirán nuestra espalda, deben estar atentas so