MARIE MORETTI
Desperté con la cabeza llena de ideas, como casi todos los días. Pero hoy... hoy era diferente. Hoy tenía que darle forma al vestido de Clarita. Y cuando algo se trataba de diseño, de arte, de trazar emociones con tela… no podía esperar.
Me senté en la cama y tomé la tablet de mi mesa de noche. Deslicé el dedo por la pantalla y observé los primeros trazos que había hecho anoche. Era un buen inicio, pero aún necesitaba vida.
Me puse una bata ligera y salí de mi habitación. Justo al frente, como una maldición silenciosa, estaba la puerta del cuarto de Josh.
Mi némesis.
Mi sombra.
Mi... bueno, eso no importaba.
Lo importante es que pensaba que aún dormía. Con suerte, podría ir, desayunar, trabajar, y disfrutar del jardín sin que su presencia me irritara desde temprano.
Caminé descalza por el pasillo, con la tablet en una mano y una coleta desordenada recogiendo mi cabello. Llegué a la cocina y ahí estaba.
Él.
De pie, impecable como siempre, con una taza de café en la mano y