Después de la noticia que me dio mi hija, me quedé en el despacho mientras Kate iba por un té. Mi corazón dolía. Sé que es el curso normal de la vida, pero duele… cuando tu princesita se va de tu lado.
Revisé las cámaras. Y ahí estaba.
Él. Abrazando a mi hija. En mi jardín. Con mi permiso a medias.
Estaba revisando, no porque fuera un acosador… sino porque soy un padre.
Y los padres, cuando su hija se enamora del niño que criaste tú mismo…
Vuelven a activar las cámaras de seguridad.
Kate entró con su infusión de hierbas y esa calma que irrita cuando uno está a punto de explotar.
—¿Otra vez espiándolos? —preguntó como quien comenta el clima.
—No estoy espiando. Estoy… supervisando el perímetro emocional.
Kate rodó los ojos. Se sentó a mi lado.
Y entonces… pasó.
En la pantalla. En mi jardín. Con el sol encima.
Lucien... BESANDO A MI HIJA.
—¡LA ESTÁ BESANDO! —rugí, saltando de la silla como si me hubieran disparado.
Kate ni se inmutó.
—Sí, lo vi.
—¡EN MI JARDÍN, KATE! ¡BAJO MI CIELO! ¡Y