LUCIEN MORETTI
Después de hablar con Addy, estaba feliz, quería hablar con tío Bastien para asegurarle que cuidaría a Addy con mi vida, caminé al despacho, iba a hablar con él.
Con tío Bastien.
De hombre a hombre.
De yerno casi oficial a suegro con armas letales y emocionales.
Caminé por el pasillo con el corazón bombeando en el cuello.
Respira, Lucien, me repetía.
Addy venía detrás de mí, en silencio, con una sonrisa dulce.
—¿Seguro que quieres hacerlo ahora? —susurró.
—Sí —respondí con firmeza—. Tengo que hablar con él. Es lo correcto.
Me detuve frente al despacho.
Toqué el picaporte, y fue ahí…
Que lo escuché.
Primero… un gemido bajo.
Luego…
—Mmm… Bastien… aquí no…
—Kate… no me provoques si no quieres consecuencias…
Abrí los ojos como platos. Addy frunció el ceño detrás de mí.
—¿Qué pasa? —susurró.
—¡NO! —le dije en voz baja, extendiendo el brazo como si protegiera la entrada de una zona de guerra biológica.
—¿Qué? ¿Qué pasa? —insistió, tratando de mirar por encima de mi hombro.
—S