Despertando con mi princesa.
SILVANO DE SANTIS
Desperté sintiendo algo cálido, suave y perfecto acurrucado en mi pecho. Annelisse.
Su respiración tranquila acariciaba mi cuello, y una de sus piernas estaba enredada entre las mías. Me quedé un momento así, inmóvil, con los ojos cerrados, simplemente disfrutando de tenerla ahí. Después de todo lo que habíamos vivido en la operación con Seraphim Corp, tantos niños maltratados, el olor a sangre y muerte, solo necesitaba esto, su aroma, su piel, su calor, ella era la única que me daba paz.
Mis dedos acariciaron su espalda con suavidad. Se movió apenas, como una gatita mimosa, y murmuró algo que no entendí. Besé su frente.
—Buenos días, mi amor.
Ella sonrió, aún con los ojos cerrados, y subió un poco más en mi pecho hasta quedar justo bajo mi mentón.
—¿Puedo quedarme así todo el día?
—Yo no tengo ninguna objeción —dije, y la rodeé con más fuerza.
Nos dimos unos besos lentos, suaves, de esos que saben a hogar. Luego ella me miró, como si pudiera leerme el alma.
—Gracias