19. Entre el odio y la compasión
Al despertar. Abro los ojos y lo primero que veo es su espalda. Alejandro sigue dormido, su respiración tranquila, como si nada hubiera pasado. Como si anoche no hubiéramos cruzado una línea de la que yo ya no sé cómo volver.
Me quedo mirándolo unos segundos, en silencio.
No sé por qué. Tal vez para convencerme de que todo fue un error. O tal vez porque todavía me cuesta entender cómo llegamos hasta aquí.
Él parece tan… normal. Tan calmado. Tan lejos de la tormenta que me está rompiendo por dentro.
Me levanto con cuidado, sin hacer ruido. No quiero despertarlo. O tal vez no quiero enfrentar lo que pueda decir si lo hace.
Recojo mi ropa del suelo. Me visto despacio, con movimientos lentos. Cada prenda me pesa como si llevara encima toda la culpa. Todo el dolor.
Me arreglo el cabello con las manos, aunque sé que no servirá de nada. Me siento expuesta, vacía, confundida.
Justo cuando estoy por abrir la puerta para salir, lo escucho.
Su voz suena ronca, como si acabara de despertarse. Per