20. Descubrimiento impactante
Volví a casa con el pecho apretado y la mente hecha un caos.
No dije ni una palabra. Subí directo a mi habitación, pero no duré ni cinco minutos ahí.
Algo en mi interior no me dejaba quedarme quieta.
Era como si una parte de mí supiera que aún no había visto todo. Que todavía faltaba la peor parte.
Me levanté de golpe y salí al pasillo. No tenía un plan. Solo sabía que necesitaba verlo. Necesitaba hablar con Alejandro. Inventar algo, lo que fuera, pero no podía quedarme con este nudo atravesado en la garganta.
Bajé las escaleras casi sin pensarlo. Mi corazón latía rápido, como si algo se avecinara. Como si mi cuerpo quisiera avisarme que me preparara para otro golpe.
Caminé directo hacia su habitación, y justo cuando iba a tocar la puerta… escuché un ruido.
Me detuve.
El sonido era leve, como un arrastre. Un paso mal dado. Una respiración contenida.
Fruncí el ceño y empujé suavemente la puerta, que no estaba del todo cerrada.
Y lo vi.
Alejandro.
De pie.
Caminando.
Caminan