20. Reemplazada
Han pasado días desde aquella noche.
Y no sé cómo explicarlo, pero cada día que pasa siento que algo dentro de mí se rompe un poco más. Me dije a mí misma que no volvería a pensar en eso, que iba a seguir con mi vida como si nada… pero no puedo. No cuando cada rincón de esta casa me recuerda a él. A su voz. A su forma de mirarme como si de verdad me viera… y luego desaparecer tras su máscara de siempre.
Alejandro y yo apenas nos cruzamos. Es como si fuéramos dos extraños. No hay gritos. No hay palabras. Solo un silencio frío que duele más que cualquier herida.
A veces me sorprendo mirándolo desde lejos. Preguntándome si también piensa en mí. Si recuerda cómo me tocó, cómo me sostuvo esa noche como si, por un segundo, él también hubiera sentido algo real.
Pero después me acuerdo de sus secretos. De todas las veces que me hizo sentir menos. Como si no valiera nada. Como si mi dolor fuera un detalle más dentro de su mundo podrido.
Y entonces me siento estúpida por siquiera pensar en él.