Capítulo LXXX

Pamela esperó a Dolores. Al llegar, la abrazó como si presintiera algo malo. Ella ha tenido siempre ese tipo de premoniciones, teme a los sueños, a lo que siente, a veces piensa que está sumergida en un sueño y que nada de estas angustias y problemas están pasando. Se aferra a no pensar que a su esposo pudo haberle pasado algo malo. Sabe que ese hombre anda suelto por ahí, que puede aparecer y acabar con todo y todos.

—Señora le preparé un té de toronjil, para esos nervios, tranquilícese, le sugiero mi señora Pamela que se lo tome completamente, verá que se sentirá mucho mejor.

—Eso espero Lola, la angustia no me deja, perdoné a Edward por el amor que siento por él, y no quiero pensar en sus andanzas.

—Señora, no piense nada de eso, él está muy contento por el regreso a casa junto con las niñas, no se angustie más, ¿por qué no descansa un rato? de pronto, vuelve más tarde—reintegró Dolores la propuesta.

Amaneció muy de prisa, Pamela bajó peor que como la dejó Dolores la noche anterior
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