Nero es líder de una manada, un magnífico esposo y un buen padre. Vive feliz y en paz, la vida de muerte acabo al conocer a la que era su esposa, juro nunca más volver a ello. Todo cambia cuando su mejor amigo traza una trampa y asesina a su familia, lo deja solo aprovechando el dolor que siente en aquél momento y roba su trono. Paso siglos buscando a su «mejor amigo» y juro nunca volverse a enamorar. Sus pensamientos cambian al conocer a Luz, una joven chica universitaria, “humana” y con un gran corazón esperando por ser llenado de amor. Un corazón que llenará contra su voluntad, se obligará a conquistarla y que ella lo ame, asumiendo que Luz es su nueva pareja y no se equivoca. Luz es desalojada de su actual vivienda por no tener dinero suficiente para cancelar la renta, aquella noche se encuentra Nero donde el antiguo lobo siente una fuerte atracción por ella y le ofrece un lugar donde hospedarse a cambio de que lo acompañe y lo complazca en todo lo que él desee. Ella aceptará esa solicitud con miedo, porque siente que Nero no solo es peligroso, siente que él la secuestrará y eso es exactamente lo que pretende hacer. Ella lo conocerá mejor hasta comprender completamente su mundo y él le hará saber que su intención no era privarla de su libertad, sino conquistarla. ¿Qué hará la luz cuando Nero le conceda permiso para volver a su mundo? ¿Se irá con el chico del que siempre estuvo enamorada o aceptará ese nuevo amor que le espera? ¿Perdonará a Nero por usar su necesidad como abuso para ganarse su corazón?
Leer más—¡Lárgate! ¿Acaso crees que somos caridad? ¡Fuera de aquí!
Los fuertes gritos de un hombre retumbaban por las paredes de un oscuro callejón.
—¡Deme una última oportunidad, señor! Le pagaré, se lo aseguro, le pagaré todo lo que le debo. Pero por favor no me saque de mi departamento, no tengo a dónde ir.
Luz rogaba de rodillas a aquel hombre como si su vida dependiera de eso, y en cierto modo, si dependía.
A sus 13 años se había quedado huérfana. Su vida no era sencilla, trabajando de mesera para poder pagar la universidad a duras penas y quedando a deber el alquiler.
Era clara la molestia de aquel hombre y la entendía, ¡Claro que sí! Pero él también debía de entenderla a ella y a su pobre vida, pero la realidad era que no le importaba cuando rogara, no aceptaría, tenía que darle a cambio algo que el deseaba desde el primer día en que llegó al edificio.
—¡Por favor, déjeme quedarme solo una noche! —Pidió ella con los ojos llenos de lágrimas—. ¡Solo una noche!
Él hombre sonrió con malicia y de inmediato los ojos le brillaron, recorriendo su cuerpo con la mirada, salivando como si fuera un perro.
De pronto se acercó a ella y con su mano apretó su barbilla, levantando su mirada hacia él.
—Si quieres quedarte… ¿Por qué no me das algo a cambio? Una noche por una noche… ¡Eh! ¿Qué te parece?
La muchacha lo vio confundida. No entendía a qué se refería hasta que siguió su mirada hasta el escote de la blusa directo a sus pechos.
—¡Ni muerta! ¡Viejo asqueroso, degenerado, viejo verde! —Gritó enfurecida—. ¡Eso es una falta de respeto…!
El sonido de una bofetada resonó por aquel oscuro y tenebroso callejón. Aquel hombre le había dado a mano abierta un golpe directo en la cara y parecía muy satisfecho de haberlo echo.
—¡A mí no me levantes la voz, mocosa ingrata! ¿Acaso olvidas quien te dio plazo por 3 años mientras conseguías un asqueroso trabajo como una mugrienta mesera? —Gritó el hombre con altanería—. ¡Fui yo! ¡Y merezco respeto! ¡Ni siquiera puedes complacerme! ¡Eres una inútil!
La chica se llevó una mano al rostro y apretó los dientes con furia. Si pensaba que no se defendería, que solo se quedaría viendo, ¡Estaba mucho más que equivocado!
Comenzó a agarrar piedras de distintos tamaños y a arrojárselas al hombre que se cubría con odio gritándole cosas, pero ella en ningún momento se detuvo hasta que lo vio entrar a aquel maldito edificio que tantos malos recuerdos le traía.
—¡Así, lárgate, viejo asqueroso y mugriento!
Y cuando la furia al fin pasó, ella bufó en silencio y se restregó el rostro con ambas manos.
—… Que voy a hacer ahora… —susurró para si misma con frustración.
El silencio y el frío de la noche era todo lo que tenía en aquel instante, además de una bolsa negra con la poca ropa que tenía dentro de ella.
Luz fue cerrando los ojos, acurrucada, apoyada de espaldas a aquella pared que pertenecía al edificio donde alguna vez vivió un largo tiempo, y sin darse cuenta, todo se volvió negro.
El sonido de unos pasos acercándose a ella retumbó en su subconsciente, pero ni así se dispuso a abrir los ojos. Que fuera lo que tuviera que ser y si tenía que morir, solo le facilitarían más el trabajo. Tampoco es que tuviera algo porque luchar.
Unos brazos fuertes y firmes la cargaron, el sonido de aquella bolsa fue notado de inmediato, pero ni aun así, el cansancio le permitió el dominio de su propio cuerpo.
Pasos firmes fueron a dar hasta un auto, dejándola en unos de los asientos y pronto el sonido del auto arrancando se hizo presente.
**Media hora antes**
—¡Vamos Nero, no puedes ser así de mezquino! Es la boda de tu socio. No puedes vivir encerrado en tu castillo de la tristeza.
Nero Benaroch, se encontraba sentado en la silla de un bar junto a su típico whisky y en compañía de uno de sus tantos socios cuando vio salir a la camarera que le había entregado aquel vaso con todo el gusto del mundo.
Jamás había visto tanta amabilidad en su vida, pero eso no era lo curioso, sino el constante ajetreo que se cargaba su lobo en su interior repitiendo constantemente: «¡Mate, mi luna!». Y algo había dejado claro Nero desde que perdió a su esposa y a su hijo por la traición de su traidor ex amigo.
Enamorarse, ¡Jamás!. Sexo, ¡Siempre!
Sin embargo, algo le llamaba la atención, ella no olía a una loba, ella era completa e inútil humana.
¡Jamás una humana podría ser una luna! De eso sí que estaba más que seguro.
—¡Vamos amigo, anímate! —Los continuos alaridos de su socio lo llevaron de vuelta a la realidad, una en la que no quería estar—. Abra chicas muy guapas y mucho licor; se cuanto te encanta el licor.
—No me gusta el licor, ¡amo el licor! Pero desgraciadamente no me hace efecto ni aunque así quiera —rio Nero—. En cuánto a las mujeres… ¡Tampoco! Tengo para follar por montón, de esas me sobran. Así que no le veo lo interesante de ir.
El hombre negó con condescendencia y soltó un suspiro que se le hizo eterno. Realmente Nero era más terco que una mula. No se trataba de mujeres o licor, Fernan realmente se preocupaba por él y ya estaba comenzando a preocuparse en serio.
No quería salir, comía poco, siempre tenia un aura como si una nube gris lo siguiera a todos lados. ¡El hombre lo tenía con los pelos de punta! Y por si no fuera poco, era el único que conocía su secreto de aquella naturaleza que prefería ocultar a causa de su doloroso pasado.
—Bueno amigo, te lo dejo ahí, si te animas avísame y nos acompañamos mutuamente. —Dijo con una sonrisa—. Te hará bien salir.
Poco después estaba saliendo de aquel bar no muy lejos de su amigo, con una botella en la mano y pensando en el pasado.
A pocos metros de él, una chica le gritaba a un hombre que le había insinuando acostarse con él.
—Que asco de hombre…
Pero en cuanto ajusto sus bonitos ojos grises, notó de inmediato que se trataba de la camarera que le había servido aquel trago que tanto disfrutó y que siempre lo recibía con una sonrisa.
—… No puede ser… imposible… ¡Demasiadas mujeres, no puede ser ella!
Avanzó unos pasos y trago en seco cuando la vio arrojándole piedras al hombre que huyó cómo cobarde dentro del edificio y luego la vio recostarse en la pared hasta cerrar los ojos.
—¡Así, lárgate, viejo asqueroso y mugriento!
Y cuando la furia al fin pasó, Nero la escucho bufar en silencio y restregarse el rostro con ambas manos mientras susurraba.
—… Que voy a hacer ahora… —susurró para sí misma con frustración.
¡Era la misma! Ahora sí que no podía negarlo, era ella, realmente se trataba de la misma chica que su lobo no dejaba de llamar.
Sin más remedio, avanzo hasta ella y la cargo en sus brazos, recogió su bolsa, y camino hasta su auto. Agradecía al cielo que no estaba muy lejos de ellos porque su olor lo estaba volviendo loco.
La dejó en él y manejo directo a su mansión, sintiendo como el interior del auto se llenaba de su delicioso olor. Impregnado sus fosas nasales, haciendo que la calentura de su cuerpo subiera sin previo aviso y no parecía querer cesar.
—Esto será todo un reto. —Murmuró para si mismo apretando con fuerza el volante de aquel Tesla.
El día esperado había llegado. En la majestuosa torre, el ambiente estaba lleno de emoción y celebración. Marciel, el joven hijo de Oliver y Penélope, se preparaba para su graduación como aprendiz de Zacarías, el sabio anciano que había sido su guía y mentor en el camino de la sabiduría y el conocimiento.La familia se reunió en el salón principal, donde los retratos de sus ancestros miraban con orgullo la escena. Nero y Luz estaban emocionados y orgullosos del hijo de su amigo, mientras que Oliver, el antiguo amante de Penélope, también estaba presente para celebrar el logro de Marciel.Zacarías, con su sabiduría y humildad característica, se acercó a Marciel y le entregó una medalla especial.—Marciel, has demostrado dedicación y perseverancia en tu búsqueda de conocimiento. Hoy, te gradúas como mi aprendiz, y estoy seguro de que llevarás contigo el legado de la sabiduría que te he transmitido. Que sigas siempre aprendiendo y creciendo en la senda de la verdad.Marciel recibió la me
El sol brillaba en el cielo, y la mansión estaba tranquila cuando Luz decidió dar un paseo por los jardines para disfrutar del aire fresco y relajarse por un momento. Mientras caminaba entre las flores, no pudo evitar sentir una sensación de paz y serenidad.Sin embargo, su tranquilidad se vio interrumpida cuando escuchó una voz familiar detrás de ella. Se giró y se encontró cara a cara con Penélope.—Vaya, vaya, si es la nueva esposa de Nero. ¿Disfrutando de tu nueva vida aquí?Luz se mantuvo serena y calmada, a pesar de la presencia de Penélope.—Hola, Penélope. Sí, estoy feliz con mi vida junto a Nero.Penélope esbozó una sonrisa maliciosa.—Oh, claro, feliz con mi exmarido y la vida que debió de ser mía. Debe ser una vida de ensueño para ti.Luz sintió un nudo en la garganta, pero se obligó a mantener la calma.—Lo siento si alguna vez te he hecho daño, Penélope, pero nuestro pasado ya no importa. Lo que importa es el presente y el futuro que estamos construyendo juntos.Penélope
Oliver había estado lidiando con un tormento interno desde que Penélope le hizo aquella terrible solicitud. Sabía que era una decisión equivocada y que nunca podría seguir adelante con algo tan cruel, pero también temía lo que Penélope pudiera hacerle si se negaba.Finalmente, después de varios días y años de lucha interna, Oliver decidió buscar a Nero para contarle la verdad sobre la solicitud de Penélope y deshacerse de ese peso que lo atormentaba.Encontró a Nero en la mansión, rodeado de pañales y juguetes para el bebé. Se veía feliz y emocionado, y Oliver sintió un nudo en la garganta al pensar en la verdad que tenía que revelarle.Se cercó lentamente al patio donde lo veía jugar con su hijo y este al verlo llegar se sorprendió.—Nero, necesito hablar contigo —dijo Oliver con seriedad.Nero miró a Oliver, notando su expresión preocupada.—¿Qué pasa?—¿Podemos hablar en otro lugar? Lo que tengo que decirte es delicado y no puede hablarse a los ventos de tu patio.Nero asintió y lo
El viento soplaba suavemente mientras Luz caminaba por los jardines de la mansión, sumida en sus pensamientos. Habían pasado varios días desde el inesperado encuentro con Penélope y Nero, y aunque las cosas se habían calmado un poco, Luz seguía sintiendo una gran inseguridad sobre su relación con su pareja destinada.Ahora tenia a su loba, pero ambas estaban en el mismo barco, aunque tuvieran el apoyo y la compañía de la otra. En su mente, se preguntaba si Nero seguía teniendo dudas sobre su pasado con Penélope y si realmente estaba comprometido a formar una familia con ella y su hijo que estaba a punto de nacer.En ese momento, Ofelia, la fiel criada de la casa, se acercó a Luz con una expresión preocupada en su rostro.—Señora Luz, hay algo que necesito decirle.Luz la miró con curiosidad y notó que había algo inusual en el tono de su voz.—¿Qué sucede, Ofelia?—Creo que debe saber que yo llamé al señor Nero y le pedí que viniera a la mansión. Pensé que sería importante que hablaran
Los rayos del sol acariciaban la antigua mansión mientras Luz descendía del coche con pasos inseguros. Su corazón latía con fuerza y emoción mientras sostenía su vientre. Desde su partida con Nero, habían pasado varios meses.Ofelia, la fiel sirvienta de la casa, se acercó a ella con los ojos llenos de sorpresa y alegría.—¡Señora Luz! ¡Ha regresado! ¡Qué alegría verla de nuevo!Luz sonrió débilmente y asintió.—Sí, Ofelia. He vuelto. ¿Podrías llevarme a mi habitación? Necesito descansar un poco.—Por supuesto, señora. Déjeme ayudarla —dijo Ofelia con cariño mientras apoyaba a Luz para caminar.En la intimidad de su habitación, Luz se sentó en la cama y miró a Ofelia con seriedad.—Ofelia, necesito hablar contigo. Hay algo que debes saber.La sirvienta notó la seriedad en el rostro de Luz y se sentó a su lado, esperando pacientemente.—Estoy embarazada, Ofelia. Es el hijo de Nero —dijo Luz en un susurro, pero sus palabras resonaron en el silencio de la habitación.Ofelia abrió los ojo
La tensión en el ambiente podía cortarse incluso con una tijera.Nero no lograba entender lo que Zacarías le había dicho.¿Oliver y Penélope?¿Penélope viva y su hijo muerto?¿Ambos juntos en su antiguo reino?—Esto… es demasiado para procesar.Nero lo sentía, todo estaba yendo demasiado rápido y las cosas solo se le empeoraban. —Ya lo sé.—Me es imposible creer que Penélope sea capaz de algo así.—No es imposible si eres alguien lleno de avaricia.La duda bailo sobre el rostro de Nero, le era imposible pensar que la que había sido su esposa fuera capaz de hacerle algo tan cruel.—Ella sabia que el reino de mis padres era importante para mí… y ni siquiera sé que sucedió con nuestro hijo. Zacarias podía escuchar el dolor en la voz de Nero, y lo entendía, había perdido su hijo en la guerra, pero si sus oídos escucharon bien la discusión entre el lobo de Nero y Penélope, lo que sufrió el hombre frente a él, había sido mucho peor.—Quizás… tu lobo sepa algo al respecto —lo intento incen
Último capítulo