Livia
Miré la escena con desprecio, una cosa era que no sintiera nada por las muertes de quienes lo merecían, pero aquella joven… no, era injusto.
—¿Qué demonios te sucede? —lo enfrenté—. ¡La mataste, hijo de puta!
El cuerpo inerte de la mujer, siendo pateado como si su vida no hubiese valido nada y sin merecer el más mínimo respeto.
—Me tiró la bandeja encima —murmuró molesto, pasando por mi lado—. Ni se te ocurra tocar esa mierda.
—¿Porque tú lo dices crees que no lo haré? —inquirí irónica—. Te crees invencible y el más poderoso, pero escuchas el nombre de otro hombre basado en suposiciones y ¡pierdes ese puto control del que tanto ostentas!
—No voy a discutir contigo, Livia. Es solo una esclava, no entiendo por qué tanta algarabía por ello.
—¿Qué has dicho? —pregunté completamente perpleja, negándome a creer que ignorara algo tan importante como aquello—. ¿Esclava? Tú…
—Sí, yo —se giró enfrentándome, mostrándome esa expresión tan terrorífica que antes me asustaba, pero en ese momen