Su corazón latía preso del deseo, dejándose besar por aquel hombre, de sentirlo y probarlo sin sentirse culpable. No sabía si sería capaz de dejarlo avanzar más, pero tampoco quería detenerlo. Le gustaba ese olor masculino, esa cercanía, esos roces y esa reacción en su cuerpo que no podía explicar del todo.Su mano se deslizó a lo largo de su brazo, disfrutando de su piel y soltando un pequeño jadeo que fue ahogado por su boca. Despacio, él abandonó sus labios, deslizándose hacia su cuello, sus manos posándose sobre sus caderas, respirando el aroma dulce que ella desprendía. Una tentación a la que no podía resistirse: era hermosa y cautivadora.—Matteo... —lo llamó con suavidad, su voz entrecortada y la respiración alterada.—¿Quieres que me detenga? —preguntó dejando su cuello para mirarla. No la presionó, y al ver su mirada cargada de dudas, se apartó, cayendo al otro lado de la cama. Pensaba en cómo un solo beso lo había excitado tanto.—L-lo siento, yo... no estoy lista —tartamude
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