Capítulo 56

Livia

Odiaba cada vez que abría la boca y ponía en duda todo lo que creía, hasta el punto en que me cuestionaba: «¿Realmente soy yo la que me hago daño?». Pero la poca cordura que me quedaba me gritó un rotundo NO. Era él quien me envolvía en su toxicidad, quien se aprovechaba de mi deseo por él para mantenerme a su lado, haciendo detalles que sabía que mi débil corazón iba a ceder.

—Odio que me digas que no me has obligado a nada —admití—. Es cierto, pero mira cómo me tienes: vigilada, controlada… es todo de lo que huí. Tú me prometiste algo distinto y solo me has dado más de lo mismo.

—¿Y qué quieres? ¿Que te deje ir por ahí, sin protección, con el riesgo que corres?

—Calabria es segura, tú lo sabes, todo el puto mundo lo sabe. Pero te encanta tener el control de todos, como si fueras dueño de nuestras almas. Yo quiero ser libre, Matteo. Libre de tomar mis propias decisiones. No es pedirte permiso, no es “dejarme ir”, no.

Guardó silencio sin bajar la intensidad de su mirada, todavía
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