Las circunstancias hacían cambiar a las personas, el universo era testigo de las veces que ella luchó por ir contra la corriente, negándose a aceptar un destino cargado de crueldad que no formaba parte de ella. Pero las amenazas, los deseos de vivir, la orillaron a tomar eso que tanto odiaba para sobrevivir. No se lo decía para justificarse, sino para entender el porqué de sus decisiones, las razones detrás de todas sus acciones.
Con la mirada en el horizonte, perdida entre los sucios recuerdos, soltaba cada cosa que la atormentaba: cada pesadilla, cada momento vivido, cada temor. Cada pensamiento que iba y venía cuando estuvo cautiva, cada uno de ellos desde que había sido rescatada y devuelta a casa.
La psicóloga escuchaba con atención, manteniéndose introspectiva mientras anotaba en su libreta, observando sus movimientos, la manera en que había hecho algunos ejercicios al inicio de la sesión y cada expresión de su rostro. De vez en cuando lanzaba preguntas sobre su relación con la