Las Fotografías

Tras llegar a su casa, Valentina se dirigió a su habitación, pero al llegar notó que la puerta estaba abierta. Cuando se acercó con cuidado, observó que los cajones de su armario estaban abiertos. De inmediato, salió a buscar a Mateo por la casa; sabía que solo él sería capaz de irrumpir en su cuarto y hacer algo así. Lo buscó por todos lados y no lo encontró, hasta que fue a buscarlo a su oficina y lo encontró sentado, tomando una taza de té, como si la hubiera estado esperando.

Valentina, llena de rabia, clavó su mirada en él y le espetó:

—¿Qué te pasa, Mateo? ¿Por qué inrrimpiste en mi habitación de esa manera? Te advertí que no volvieras a pasar y te importó un bledo, dime ¿que estabas buscando? —dijo, llena de ira—

Mateo tomó un sorbo de su té y, con una media sonrisa, le respondió:

—¿Tienes pruebas de que fui yo? La observo con determinación mientras sostenía su taza.

—Mateo, deja de decir estupideces. Sabes muy bien que fuiste tú… Nadie más se atrevería a entrar a mi cua
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