Mundo de ficçãoIniciar sessãoEl destino teje una red, la obsesión la aprieta. Salvatore De Luca, un mafioso italiano, ha pasado su vida anhelando a la mujer que una vidente ciega le prometió. Años de búsqueda se resuelven cuando encuentra a Adalyn Winters, una pintora extranjera, cuyo rostro lo persigue incluso despierto. Cuando el destino parece rehusarse a un encuentro casual, Salvatore toma la decisión que lo cambiará todo: secuestrarla. En medio de la mafia y bajo el peso de secretos del pasado, la desconfianza inicial se transforma en una conexión innegable. ¿Es posible que el amor prospere cuando el carcelero es un hombre marcado por la oscuridad y la jaula está hecha de sueños?
Ler maisLas lágrimas comenzaron a deslizarse por sus mejillas mientras miraba con dolor al hombre que le había jurado amor eterno. Simplemente no podía creer que la hubiera engañado. Todas esas inseguridades que al principio tuvo en la relación volvieron de golpe, destruyéndola por completo. Él le había repetido incontables veces que jamás lo haría, que solo la veía a ella y que era la dueña de su corazón.
Pero todo había sido una mentira...
Una falsa que Adalyn había creído...El rostro indiferente del mafioso permaneció intacto; sin embargo, sus ojos azules estaban aguantando las lágrimas que querían escapar. No podía, no quería mostrar alguna señal de arrepentimiento frente a ella, pero su corazón dolía al verla en aquel estado tan vulnerable. Quería tocarla, abrazarla y explicarle por qué lo había hecho, pero se detuvo.
No podía...
Tenía que alejarla...Debía romperle el corazón...Un sollozo audible se escapó de los labios temblorosos de la joven pintora mientras su cabeza se movía en negación, al no querer creer lo que había visto hace unos minutos. Pero los ojos no engañan. Había visto cómo Salvatore se había acostado con otra mujer; la rabia le llenó el corazón y, sin poder evitarlo, le dio una fuerte cachetada al italiano, que la miró sorprendido por unos segundos, pero permaneció quieto en su lugar.
— ¿¡Por qué!?... ¿¡Por qué me hiciste esto!?... ¿¡Por qué!?... —preguntó, soltando sollozos mientras golpeaba el pecho del italiano, quien cerró sus ojos con fuerza ante el impulso de querer abrazarla. —Me habías jurado amor, Salvatore… Me dijiste que querías casarte conmigo… Que querías tener una familia conmigo… ¿¡Acaso todo lo que me dijiste fue mentira!?… ¡Dime!
Un nudo se formó en la garganta del mafioso al escuchar a su amada recordarle todas las promesas que le había jurado cumplir. Sus manos temblaron mientras mantenía los ojos cerrados, sin tener la fuerza de verla en aquel estado. Le dolía con todo su corazón haberla hecho sufrir, pero, en su mente, se repetía constantemente que debía seguir actuando hasta el final; no podía retroceder ahora.
—Fue todo mentira, Adalyn… —pronunció con cuidado, ante el nudo en su garganta—. Jugué contigo, nunca te amé.
—Dímelo… Dímelo mirándome a la cara, Salvatore… Hazlo… ¡Mírame! —le exigió, mientras su voz se rompía con un nuevo sollozo.
El mafioso apretó su mandíbula; se sentía acorralado. Sentía que si la miraba a la cara diciéndole que no la amaba, rompería en llanto. Su cuerpo se tensó al sentir cómo las manos de Adalyn se colocaban en su rostro. —Por favor… Salvatore, por favor… —suplicó entre sollozos, acariciándole las mejillas al hombre que amaba y que ahora la había lastimado—. Yo te amaba… ¿Por qué me hiciste esto?... Yo te entregué todo de mí, te di todo lo que mis manos alcanzaron a darte… Confié en ti, Salvatore… —Basta… —pidió con cierto temblor en su voz, mientras tomaba con delicadeza las manos de Adalyn y la alejaba de él. Fue allí cuando por fin la miró con sus ojos cristalinos, pero no dijo nada por unos largos segundos, preparándose para la gran mentira que diría—. Yo no te amé, Adalyn… Solo fuiste un juego para mí, algo de momento, y… me aburriste… Solo me das lástima y quiero que tomes todas tus cosas y te largues de aquí. —Salvatore… Por favor… —suplicó ella, sin poder creer que le estaba diciendo todas esas palabras crueles. Adalyn intentó acercarse nuevamente a él, pero el mafioso retrocedió, negando con la cabeza. —Lárgate… ¡Ahora! —le gritó con enojo por primera vez, asustándola y provocando que se marchara de aquella habitación, dejándolo completamente solo. Sin embargo, Salvatore solo estaba enojado consigo mismo— Espero que algún día me llegues a perdonar, Adalyn…Durante dos días, Elena estuvo junto con Adalyn. Al principio le costó mucho que confiara en ella, pero poco a poco le dejó en evidencia que no estaba allí para hacerle daño, quería ayudarla. Aun la mujer de cabellera un tanto canosa intentaba buscar una respuesta a sus preguntas, más que todo la razón del porqué Salvatore había secuestrado a Adalyn. Incluso le llegó a preguntar a Alessandro, pero de igual manera no le supo responder.Elena observó cómo Adalyn por fin había tenido la confianza de comer más de la cuenta, sin embargo, notaba sus ojeras y su expresión cansada. Un suspiro salió de sus labios mientras se acercaba hacia la joven pintora por detrás para cepillarle su cabellera mojada, ya que le había insistido en que tomara un baño caliente.—¿Quieres que te traiga algo más de comer? —preguntó Elena con curiosidad, sin embargo, Adalyn negó suavemente con su cabeza mientras comía con lentitud.—Yo quisiera otra cosa… —mencionó con un tono bajo, pero no se refería a comida. —Qu
En medio de la madrugada, Alessandro había llegado a la mansión con su grupo de hombres, estaban listos para terminar con la labor. Pero antes de que uno de ellos pudiera cargar a Adalyn para llevársela a la habitación, de la nada Salvatore había aparecido en medio de las sombras, asustando a dos de ellos. De Luca se mantuvo en completo silencio observándola fijamente con una calma que para sus peones era aterradora ante lo inexpresivo que podía llegar a ser. Sin embargo, Salvatore solo se encontraba admirándola a su manera.Era la primera vez que la tenía tan cerca, que su corazón latía con rapidez, incluso el simple hecho de saber que la iba a cargar le provocaba cierto sentimiento en su interior. Alessandro lo miraba con atención, notando cómo las manos de su jefe habían llegado a temblar un poco y cómo su mirada se había suavizado en cuanto vio a la pintora, aquello le llamó la atención.—Lleven sus pertenencias a la habitación, yo me ocuparé de ella —ordenó sin titubear.Sus ojos
La joven pintora observó cómo poco a poco aquel bar se llenaba con los minutos, era el inicio de fin de semana y mucha gente comenzaba a aprovechar de salir a divertirse. Adalyn, aunque muchas veces le gustaba salir acompañada, en esa ocasión no pudo evitar sentirse un poco abrumada ante la cantidad de gente. Sin embargo, permaneció en silencio mientras su amiga Vicky seguía charlando con el grupo de amigos junto con su prometido.Sus mejillas estaban ligeramente teñidas de un leve rosa ante las bebidas alcohólicas que había estado tomando en el transcurso de la noche. Adalyn solo en pocas ocasiones comentaba algo. Ella más bien era más de escuchar cuando se trataba de grupos grandes, sin embargo, había alguien en el grupo que no paraba de mirar a Adalyn. Y es que Enzo también se encontraba en el grupo, pero cada cierto rato su mirada se desviaba hacia la joven de cabello cobrizo.—¿Crees que mañana podríamos salir? A solas, sin Vicky —preguntó con una sonrisa de lado, inclinándose ha
Una expresión de total diversión se encontraba en el rostro de Alessandro, al ver cómo Salvatore lo miraba con total incredulidad. Y es que el mafioso no se había imaginado que su mano derecha estuviera justo cuando quería intentar acercarse a Adalyn como persona normal. En cambio, Alessandro solo estaba allí para vigilar a su propio jefe y que no metiera alguna excusa para no poder asistir a la reunión con Ciro.—¿Acaso te invité a que vinieras conmigo? —preguntó Salvatore con notable molestia mientras se arreglaba el saco de su traje por tercera vez.—Iré para asegurarme de que vayas a la reunión con Ciro, solo estaré en la distancia observando. No te molestaré si es lo que crees —respondió por fin con la misma expresión de antes.—No soy un niño para que estés al pendiente de mí, Alessandro. Ya te di mi palabra de que iría a la reunión una vez que haya terminado. —Aunque Salvatore aseguraba que iría, muy en el fondo estaba inseguro al no saber qué pasaría una vez que se acercara a
Cuatro días habían pasado desde que Adalyn había llegado a Italia. Todo le estaba yendo de maravilla mientras ayudaba a su amiga con los preparativos de su boda, además de salir a conocer un poco aquel país que le había llamado la atención hacía mucho tiempo. Ella desde muy pequeña sintió cierto interés en visitar o investigar sobre Italia. Adalyn sentía que algo allí la estaba esperando y ahora que estaba allí no iba a desaprovechar la oportunidad de poder conocer todo lo que una vez vio por fotografías.Sin embargo, no podía negar que desde que había llegado al aeropuerto sentía una mirada encima de ella, como si la estuvieran vigilando constantemente. Aquello la estaba preocupando un poco, pero al buscar con su mirada al causante de su preocupación, no encontró a nadie; solo había personas hablando entre ellas u otras estando en sus propios mundos, ignorándola por completo. Esto le extrañó un poco, pero siguió con su rutina, dejando de lado aquella extraña sensación.Adalyn tenía u
A Salvatore solo le bastaron tres días para saber todo sobre aquella pintora que se llamaba Adalyn. Investigó tan a fondo que sentía que la conocía a la perfección. Su obsesión por ella había aumentado en el momento en que durmió y volvió a soñar con aquella desconocida mujer que ahora tenía el rostro de Adalyn. Era ella, la mujer con la que siempre estuvo soñando y quien se había robado su corazón; por fin la había encontrado. Ahora por fin estarían juntos y no se detendría en tenerla a su lado.Al principio Salvatore no quería tener a nadie a su lado, sabía que sería peligroso para ambas partes y no quería dañar a esa persona que elegiría estar con él. Sin embargo, hubo muy pocas mujeres que intentaron entrar en la vida de Salvatore, estaban enamoradas de la vida que aquel mafioso podía darles: riqueza, poder y estar al lado de un hombre imponente que muchas mujeres deseaban. Salvatore no era idiota, sabía que muchas de las mujeres que se le acercaban era por simple interés, aun a p
Último capítulo