—Está bien —concedió Damián con voz ronca—, pero antes de eliminarlo, averigua quién está detrás de esto. Necesito saber qué enemigo quiere verme bajo tierra.
—Puedes estar tranquilo. Así se hará —aseguró Mateo con una inclinación de cabeza.
Tendido en la cama del hospital, Damián percibió con agudeza algo que nunca antes había notado: Mateo y esa anciana que se hacía llamar la abuela de Valentina compartían un parecido inquietante en su expresión. Ambos irradiaban esa misma aura de autoridad innata, ese porte de superioridad que le resultaba vagamente familiar, aunque no lograba recordar dónde la había visto antes.
"Jamás noté nada especial en Mateo, aparte de su buen aspecto —reflexionó—, pero desde esta perspectiva, postrado aquí como un inválido, ahora reconozco en él una dignidad y una intocabilidad que antes pasé por alto... ¿Y desde cuándo Valentina tiene una abuela? Todo esto es tremendamente sospechoso."
Cuando Mateo se ofreció voluntario para investigar al conductor