Nadia.-
Sonrío al verme en el espejo, el traje de sastre negro sorprendentemente ajusta a mi cuerpo perfectamente, termino de anudar el nudo de mi corbata roja.
— Sí, esto definitivamente va a excitar a Emil.
— Tienes razón
Pego un brinco cuando escucho su voz detrás de mí.
— En este momento, estoy a punto de dejarte encerrada, te ves… muy sexy mariposa.
Camina lentamente hacía mí con esa mirada encendida de deseo, produciendo en mi interior un cosquilleo que nunca cesa, todo lo contrario aumenta cada día, volviéndome adicta a él, a su cuerpo, a su mirada, a su compañía.
— ¿En qué piensas? –su aliento muy cerca de oído me hace temblar entre sus brazos, inicia dejando un camino de besos sobre mi cuello, robándome un gemido.
— Emil… –menciono su nombre en medio de un jadeo–. tenemos que irnos.
Un gruñido resuena sobre mi piel.
— Incitadora –expresa con un falso enojo–. acabemos con esto, para secuestrarte y no dejaré que te quites ese traje, es más deberíamos hacerlo en varios co