Nadia.-
Emil y Desmond se habían ido, pero yo estaba paralizada por la forma en la que Emil me habló antes de irse.
Mis palabras en el avión, en definitiva le dolieron más de lo que creí.
Salí arrastrando los pies de la oficina.
— ¿Le dijiste? ¿No lo tomó bien? –Lina se acercó atacándome con preguntas, pero, las palabras no podían salir de mi garganta, negué en silencio al borde del llanto –estaba de mal humor, déjame y lo insulto para que…
— No, no se trató de eso, hubo en ataque en Serbia la triada lo manó a llamar con urgencia.
— ¿Un ataque?
— Hirieron a uno de los líderes de la tríada –Lina se cubrió la boca con su mano, sorprendida.
— Esto pone el puesto de Emil en riesgo.
— ¿Tú crees?
— Claro que sí, Nadia, tu marido como el máximo líder del Dragón Plateado debe garantizar la seguridad de todos los altos mandos del consejo y de la triada, alguien está buscando quedarse con su puesto.
Caí sobre el sillón derrotada, las cosas por lo visto estaban planeadas para complicar