La mañana despierta con lentitud en la mansión Romanov. Los rayos del sol apenas se filtran por los ventanales altos, como si respetaran el silencio que reina en ese rincón oculto de la casa. Un espacio íntimo, apartado del lujo ostentoso, donde Nicolay suele desayunar en soledad. Es su refugio. Un rincón de madera oscura, cortinas pesadas y aroma a papel viejo. Solo Peta ha compartido ese lugar con él. Hasta hoy.
Emily despierta con un nuevo resplandor. Los recuerdos de la noche anterior la acompañan junto a la hermosa gargantilla regalo de Nicolay. Hoy es un día diferente. Compartió un secreto con ella que guardaba desde hace mucho tiempo dado el color del papel de la carta. No la leyó, era algo demasiado íntimo, muy de ellos. aun se siente como la sombra de alguien.
—Pero eso puede cambiar a partir de hoy —exteriorizar ese pensamiento hizo que su piel se calentara, causándole un rubor que, hacia mucho tiempo no experimentaba —. Pero ¿qué estoy diciendo? —sale de la cómoda cama has