El comedor principal de la mansión Romanov es un espacio cálido y bien ataviado entre una mesa para veinte personas, paredes blancas adornadas con cuadros que son obras de arte bizantinos, obras ornamentales y objetos de madera pintados en algunos rincones. Pisos de mármol y luz tenue, con cortinas de lino que filtran el sol como si lo domaran.
Nicolay y Emily caminan juntos, sin prisa él lo hace detrás de ella, la dirige con el brazo derecho estirado apenas con los dedos colocados a nivel de la espalda baja, un signo claro de sutil dominación y protección a la vez. Ella aún lleva el vestido azul, manchado por el café, pero con la gargantilla intacta. Su paso es firme, aunque la quemadura en la pierna le arde. Él la acompaña en silencio, atento a cada gesto, cada reacción.
—¿Te sientes mejor? —pregunta, interesado.
—Un poco. Me arde la pierna y el vestido está arruinado —dice con lástima en el tono, aunque ha logrado llamar su atención —. Podría ir a cambiarme.
—No te preocupes, el v