La Nerd del jefe

La Nerd del jefeES

Romance
Última actualización: 2025-07-09
Blanca Rios  En proceso
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Resumen
Índice

Para Sasha lo mas importante era serle util a su jefe Leo y ganarse su corazón despues vivir enamorada de él desde hace tres años. creia que lo habia conseguido pero todo cambia cuando se da cuenta que su amado jefe la habia adulado frente a todos a proposito solo para deshacerse de ella. Sasha quería Venganza pero no esperaba que su nuevo jefe y hermano de Leo se involucrara para ayudarla y mucho menos que se enamorara de su nuevo jefe Enzo en medio de su intento conquistar a Leo para destruirlo. ¿Podrá Sasha conseguir su venganza o rompera los corazones de los dos hermanos?

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Capítulo 1

CAPITULO 1

¿Sabes que es esa sensación de que todo en tu vida podría mejorar con un pequeño golpe de suerte? Bueno, yo la tengo todo el tiempo. ¿Por qué lo digo? Es muy simple la respuesta, soy la prueba viviente de que los horóscopos mienten. En mi mente solo se repite esto: ¿"Hoy será un día lleno de oportunidades"?. Na. Mentira en realidad… mi vida es una combinación de correos electrónicos mal redactados, cafés fríos y un jefe al que le sonrío demasiado cada vez que me llama, “sin que me de cuenta que lo hago” . Aunque probablemente no sepa ni cómo me llamo.

Trabajo como asistente administrativa para la vicepresidencia en una empresa de marketing W&B, Perteneciente a la gran familia Black. Suena glamuroso, ¿verdad? Pues no lo es.

Ah, Leo. Él es la definición del hombre perfecto, Alto, cabello oscuro perfectamente peinado, sonrisa encantadora... y el ego del tamaño del edificio en forma de torre donde trabajamos. Cuando lo conocí en mi entrevista, hice algo que normalmente nunca hago: me quedé sin palabras y por alguna razón, me contrató a pesar de que fui torpe en mi entrevista.

—Nerd, cariño, ¿ya entregaste el informe del martes? —dice, con una sonrisa que parece más una advertencia la viborucha de Clara.

—Sí, Clara. Hace dos días. —Intento mantener mi voz neutra, pero ella no me lo pone fácil.

—Ah, claro. Es que me dijeron que estaba lleno de errores. Pero no te preocupes, todos cometemos errores... algunos más que otros.

Respiro. Cuento hasta tres. No voy a dejar que Clara gane hoy. No permitiré que me amargue el dia.

Al terminar mi trabajo, estoy tan agotada que apenas tengo energía para llegar a casa.

Dejo todo en todo en orden. Voy a informarle a mi jefe que voy a irme; al abrir la puerta lo veo concentrado en su trabajo. Esta tan metido en su trabajo que no se ha dado cuenta de que estoy aquí.

—Jefe. Ya me voy.

—Buenas noches Lana.

—Si jefe.

Ya no tenia caso que seguir repitiéndole mi nombre, ya no tiene relevancia ahora, además, Clara tiene razón, es imposible que Leo se fije en mi, no sabe mi nombre menos me vera como una mujer bonita.

Camino hacia la salida y me aseguro de llevar todo en mi cartera pero detengo mis pasos cuando no siento mis llaves.

«¡Mierda!»

Arrastro mis pies de nuevo a la oficina, y refunfuño bajito al abrir la puerta y ver que se me cayeron cuando saqué mi almuerzo. Cierro con seguro y escucho unas voces que provienen de la oficina de Leo. Curiosa me acerco. Pego mi oído a la puerta y reconocí ambas voces.

—Señor. Esta muy estresado. —es la resbalosa de Clara. Abro la puerta un poco intentando o posible para que la puerta no chirreé y la veo a ella masajeándole los hombros.

—Siempre lo hago. —mi corazón de pollo se achica al ver que disfruta del masaje. —Uff Clara. Tienes unas manos deliciosas.

—Bueno, si fuera su asistente podría hacerle masajes más seguido. —abro la boca sin creer que la trepadora está queriendo quitarme mi puesto. —Además, no es lo único que puedo hacer tan… delicioso.

Leo la toma de la mano y en movimiento rápido la tenía sobre sus piernas. Su mano acaricia sus piernas largas de jirafa subiéndole lento la mini falda del uniforme. Sus miradas están conectadas como si fueran imanes, descaradamente le sonrió como una hiena hambrienta. Hasta podría jurar que escuché su risa en mi cabeza porque lo ha conseguido.

Mi cuerpo reaccionó antes de que mi cerebro lo hiciera y toqué la puerta antes de que se besaran. Ambos me miran y él se la quita de encima.

—¿Tú eres?...

Me siento más patética cuando me pregunta quién soy.

—Soy Sasha. —eleva una ceja confundido como si no supiera quien es Sasha. —Lana Jefe.

—Ah. ¿enserio eres Lana? —la víbora se ríe pero la ahoga enseguida haciéndome sentir más avergonzada. —Creí que te habías ido.

—Si. —la fulmino con la mirada porque se burla de mi. —Pero es que venia a decirle a Lana que no encontré su pasta para las hemorroides del culo que me pidió le comprara antes de irme.

La cara de Clara se desencaja, es un semejante Poema de sorpresa. Me mira a mi y luego a él.

—Señor Black. —se ríe con torpeza. —Nerd ¿Cómo?... Señor. No es…

—Buenas noches jefe. Víbora. Digo, Clara.

Cierro la puerta y finjo irme para ver si pasa algo, si ella se larga y lo deja solo pero no pasa, abro un poquito la puerta para escuchar lo que pasa.

—Entonces ustedes se llevan bien. —expresa mi jefe con cansancio.

—Si. Esa es nuestra forma de llevarnos. Por eso le llamo Nerd, es de cariño.

«Ay, pero que maldita perra mentirosa»

Hay silencio.

—Nunca la había visto bien. —lo escucho teclear. —Pensé que lana era más como tú.

—Uy, Dios me libre. —me tapo la boca enseguida. Maldigo por dentro por hable muy alto.

—Lo que pasa señor es que ella es así. —respiro aliviada porque no me escucharon —Siempre pasa desapercibida por eso es que se viste como señora y los lentes cuando le he dicho que puede usar lentes de contacto porque esos horribles lentes no le ayudan en nada. A veces la entiendo porque siempre la han rechazado por su cuerpo y por lo feíta que es.

—No me he fijado en eso. —sonrío al escucharlo —Y no me interesa.

—Pues debería porque su horrible imagen podría dañar su reputación. Incluso todos en la empresa dicen que ella sigue aqui  y que se viste así es porque usted se lo pide para que nadie más la vea.

—¿Qué?. —su tono cambia.

—Pues si. Dicen que ustedes tienen una relación a escondidas.

Mi corazón late como si fuera un tambor al escuchar la harta de mentiras que la víbora le dice de mí. «Aunque sería un sueño si nosotros fuéramos una pareja de verdad» Controlo mi impulso para no entrar hasta que escucho una carcajada de mi jefe.

—¿Yo con Lana?. —se ríe a carcajadas otra vez —Por favor, no me rebajen así.

«¿Rebajen?»

Mi pecho se comprime al mismo tiempo que mi corazón se detiene. Un sudor frio me recorre el cuerpo al saber que siempre mi subconsciente tuvo la razón.

Arrastro mis pies hacia el ascensor. Escucho como tiran las cosas. Sus gemidos desaparecen hasta cuándo me alejo en cada paso que doy. ¿Por qué me siento así? No somos nada, porque me siento como si me estuviera traicionando. Dejo de escucharlo cuando las puertas del elevador se cierran.

Hoy me la pasé todo el día de un lado a otro sin descansar, estoy muerta del cansancio y apuras penas tuve tiempo de almorzar por estar preparando la sala presidencial de juntas para que todo estuviera listo para pasado en la mañana.

—Jefe. Buenas noches. —me despido avisando sin tocar.

—Espera Sasha. —me sorprendo cuando me llama al fin por mi nombre. —Estas ocupada esta noche.

«¿Me va invitar a salir?»

—No jefe. ¿Por qué?

—¿Quieres salir conmigo?

Tomé el segundo ascensor ya que el primero esta descompuesto. A pesar de todo el cansancio me siento motivada y realmente feliz, iba a tener una cita con mi jefe. Vamos a salir y no puedo esperar a que pase por mí en la noche. Iba a tomar la autopista para así llegar mas rápido a mi depa porque el tiempo ahora mismo es oro y Leo es muy puntual.

Llego y busco la mejor ropa que tengo hasta que escucho que un claxon suena. Salgo con mi cartera no tan vieja y sonrío nerviosa al subirme al asiento de copiloto. Condujo hasta un club y de inmediato lo reconocí por ser el mas popular de la ciudad. Soho house.

Todo estaba tenuemente. La música suave flotaba en el aire, y la gente hablaba en voz baja, riendo como si supieran cosas que yo todavía no entendía.

Él me miró de reojo y me sonrió, esa sonrisa suya que nunca sabía si era de aprobación o de advertencia. Me indicó una mesa en una esquina, medio escondida por unas cortinas gruesas color vino tinto.

—Pide lo que quieras —me dijo con esa voz tranquila, demasiado tranquila—. Aquí todo es excelente.

Me senté, torpe, acomodando la falda sin saber qué hacer con las manos. Él se sentó frente a mí y soltó el saco del traje con una lentitud que me puso la piel de gallina. Todo en ese lugar parecía tener doble intención. Cada copa que chocaba, cada mirada que se cruzaba entre sillones.

Entonces me di cuenta la razón de estar aquí. No hubo conversación. Solo silencio durante la cena. Al terminar ya daban las 9:30 de la noche y él…. Estaba como pasadito de ebrio. Pedí una habitación para él y con ayuda pude dejarlo en una cama cómoda. Suspiro adolorida. Lo veo sin esperar que así fuera nuestra primera cita.

—Supongo que tendré que tomar el autobús. —veo la hora —Creo que vi la parada de autobús a tres cuadras de aquí.

Iba a irme pero Leo me toma de la muñeca y de un jalonazo me tumba sobre la cama. Se me sube encima y sonríe mientras se deshace de la camisa.

—Escuché por ahí que estas enamorado de mi. —el rubor se me sube por el cuello hasta la cara provocando que me arda el rostro. —Hoy he estado estresado Lana. ¿Qué tal si por esta noche nos olvidamos de quienes somos y la pasamos bien?

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