Mundo de ficçãoIniciar sessãoDurante años, Sasha amó en secreto a su jefe, Leo Black, solo para ser pagada con desprecio cuando Leo la usó como un peón y la "regaló" a su hermano. Pero el destino tiene un giro cruel. El nuevo CEO es el magnate frío y misterioso Enzo Black. Cuando Sasha, impulsada por la rabia, lo nombra falsamente como su 'novio' para salvar su dignidad sin saber que el hombre que conoció la noche anterior y que creia que la asesinaría es su nuevo jefe y este decide seguirle el juego. Para él, es una diversión estratégica. Enzo la asciende, le da un anillo y la convierte en su prometida oficial para usarla como escudo en su propia guerra familiar. Sasha acepta la farsa, viendo la oportunidad perfecta para su venganza. Atrapada en la mansión Black, la tensión sexual explota, y la cercanía forzada desdibuja la línea entre la mentira y la realidad. Enzo comienza a darse cuenta de que no solo quiere a Sasha como un peón, sino que la quiere siempre cerca. ¿Podrá Sasha ejecutar su venganza sin sucumbir al amor nuevamente, o romperá el corazón del hombre que la elevó a su jaula, y que ahora se niega a dejarla ir?
Ler mais¿Sabes que es esa sensación de que todo en tu vida podría mejorar con un pequeño golpe de suerte? Bueno, yo la tengo todo el tiempo. ¿Por qué lo digo? Es muy simple la respuesta, soy la prueba viviente de que los horóscopos mienten. En mi mente solo se repite esto: ¿"Hoy será un día lleno de oportunidades"?. Na. Mentira en realidad… mi vida es una combinación de correos electrónicos mal redactados, cafés fríos y un jefe al que le sonrío demasiado cada vez que me llama, “sin que me de cuenta que lo hago” . Aunque probablemente no sepa ni cómo me llamo.
Trabajo como asistente administrativa para la vicepresidencia en una empresa de marketing W&B, Perteneciente a la gran familia Black. Suena glamuroso, ¿verdad? Pues no lo es.
Ah, Leo. Él es la definición del hombre perfecto, Alto, cabello oscuro perfectamente peinado, sonrisa encantadora... y el ego del tamaño del edificio en forma de torre donde trabajamos. Cuando lo conocí en mi entrevista, hice algo que normalmente nunca hago: me quedé sin palabras y por alguna razón, me contrató a pesar de que fui torpe en mi entrevista.
—Nerd, cariño, ¿ya entregaste el informe del martes? —dice, con una sonrisa que parece más una advertencia la viborucha de Clara.
—Sí, Clara. Hace dos días. —Intento mantener mi voz neutra, pero ella no me lo pone fácil.
—Ah, claro. Es que me dijeron que estaba lleno de errores. Pero no te preocupes, todos cometemos errores... algunos más que otros.
Respiro. Cuento hasta tres. No voy a dejar que Clara gane hoy. No permitiré que me amargue el dia.
Al terminar mi trabajo, estoy tan agotada que apenas tengo energía para llegar a casa.
Dejo todo en todo en orden. Voy a informarle a mi jefe que voy a irme; al abrir la puerta lo veo concentrado en su trabajo. Esta tan metido en su trabajo que no se ha dado cuenta de que estoy aquí.
—Jefe. Ya me voy.
—Buenas noches Lana.
—Si jefe.
Ya no tenia caso que seguir repitiéndole mi nombre, ya no tiene relevancia ahora, además, Clara tiene razón, es imposible que Leo se fije en mi, no sabe mi nombre menos me vera como una mujer bonita.
Camino hacia la salida y me aseguro de llevar todo en mi cartera pero detengo mis pasos cuando no siento mis llaves.
«¡Mierda!»
Arrastro mis pies de nuevo a la oficina, y refunfuño bajito al abrir la puerta y ver que se me cayeron cuando saqué mi almuerzo. Cierro con seguro y escucho unas voces que provienen de la oficina de Leo. Curiosa me acerco. Pego mi oído a la puerta y reconocí ambas voces.
—Señor. Esta muy estresado. —es la resbalosa de Clara. Abro la puerta un poco intentando o posible para que la puerta no chirreé y la veo a ella masajeándole los hombros.
—Siempre lo hago. —mi corazón de pollo se achica al ver que disfruta del masaje. —Uff Clara. Tienes unas manos deliciosas.
—Bueno, si fuera su asistente podría hacerle masajes más seguido. —abro la boca sin creer que la trepadora está queriendo quitarme mi puesto. —Además, no es lo único que puedo hacer tan… delicioso.
Leo la toma de la mano y en movimiento rápido la tenía sobre sus piernas. Su mano acaricia sus piernas largas de jirafa subiéndole lento la mini falda del uniforme. Sus miradas están conectadas como si fueran imanes, descaradamente le sonrió como una hiena hambrienta. Hasta podría jurar que escuché su risa en mi cabeza porque lo ha conseguido.
Mi cuerpo reaccionó antes de que mi cerebro lo hiciera y toqué la puerta antes de que se besaran. Ambos me miran y él se la quita de encima.
—¿Tú eres?...
Me siento más patética cuando me pregunta quién soy.
—Soy Sasha. —eleva una ceja confundido como si no supiera quien es Sasha. —Lana Jefe.
—Ah. ¿enserio eres Lana? —la víbora se ríe pero la ahoga enseguida haciéndome sentir más avergonzada. —Creí que te habías ido.
—Si. —la fulmino con la mirada porque se burla de mi. —Pero es que venia a decirle a Lana que no encontré su pasta para las hemorroides del culo que me pidió le comprara antes de irme.
La cara de Clara se desencaja, es un semejante Poema de sorpresa. Me mira a mi y luego a él.
—Señor Black. —se ríe con torpeza. —Nerd ¿Cómo?... Señor. No es…
—Buenas noches jefe. Víbora. Digo, Clara.
Cierro la puerta y finjo irme para ver si pasa algo, si ella se larga y lo deja solo pero no pasa, abro un poquito la puerta para escuchar lo que pasa.
—Entonces ustedes se llevan bien. —expresa mi jefe con cansancio.
—Si. Esa es nuestra forma de llevarnos. Por eso le llamo Nerd, es de cariño.
«Ay, pero que maldita perra mentirosa»
Hay silencio.
—Nunca la había visto bien. —lo escucho teclear. —Pensé que lana era más como tú.
—Uy, Dios me libre. —me tapo la boca enseguida. Maldigo por dentro por hable muy alto.
—Lo que pasa señor es que ella es así. —respiro aliviada porque no me escucharon —Siempre pasa desapercibida por eso es que se viste como señora y los lentes cuando le he dicho que puede usar lentes de contacto porque esos horribles lentes no le ayudan en nada. A veces la entiendo porque siempre la han rechazado por su cuerpo y por lo feíta que es.
—No me he fijado en eso. —sonrío al escucharlo —Y no me interesa.
—Pues debería porque su horrible imagen podría dañar su reputación. Incluso todos en la empresa dicen que ella sigue aqui y que se viste así es porque usted se lo pide para que nadie más la vea.
—¿Qué?. —su tono cambia.
—Pues si. Dicen que ustedes tienen una relación a escondidas.
Mi corazón late como si fuera un tambor al escuchar la harta de mentiras que la víbora le dice de mí. «Aunque sería un sueño si nosotros fuéramos una pareja de verdad» Controlo mi impulso para no entrar hasta que escucho una carcajada de mi jefe.
—¿Yo con Lana?. —se ríe a carcajadas otra vez —Por favor, no me rebajen así.
«¿Rebajen?»
Mi pecho se comprime al mismo tiempo que mi corazón se detiene. Un sudor frio me recorre el cuerpo al saber que siempre mi subconsciente tuvo la razón.
Arrastro mis pies hacia el ascensor. Escucho como tiran las cosas. Sus gemidos desaparecen hasta cuándo me alejo en cada paso que doy. ¿Por qué me siento así? No somos nada, porque me siento como si me estuviera traicionando. Dejo de escucharlo cuando las puertas del elevador se cierran.
Hoy me la pasé todo el día de un lado a otro sin descansar, estoy muerta del cansancio y apuras penas tuve tiempo de almorzar por estar preparando la sala presidencial de juntas para que todo estuviera listo para pasado en la mañana.
—Jefe. Buenas noches. —me despido avisando sin tocar.
—Espera Sasha. —me sorprendo cuando me llama al fin por mi nombre. —Estas ocupada esta noche.
«¿Me va invitar a salir?»
—No jefe. ¿Por qué?
—¿Quieres salir conmigo?
Tomé el segundo ascensor ya que el primero esta descompuesto. A pesar de todo el cansancio me siento motivada y realmente feliz, iba a tener una cita con mi jefe. Vamos a salir y no puedo esperar a que pase por mí en la noche. Iba a tomar la autopista para así llegar mas rápido a mi depa porque el tiempo ahora mismo es oro y Leo es muy puntual.
Llego y busco la mejor ropa que tengo hasta que escucho que un claxon suena. Salgo con mi cartera no tan vieja y sonrío nerviosa al subirme al asiento de copiloto. Condujo hasta un club y de inmediato lo reconocí por ser el mas popular de la ciudad. Soho house.
Todo estaba tenuemente. La música suave flotaba en el aire, y la gente hablaba en voz baja, riendo como si supieran cosas que yo todavía no entendía.
Él me miró de reojo y me sonrió, esa sonrisa suya que nunca sabía si era de aprobación o de advertencia. Me indicó una mesa en una esquina, medio escondida por unas cortinas gruesas color vino tinto.
—Pide lo que quieras —me dijo con esa voz tranquila, demasiado tranquila—. Aquí todo es excelente.
Me senté, torpe, acomodando la falda sin saber qué hacer con las manos. Él se sentó frente a mí y soltó el saco del traje con una lentitud que me puso la piel de gallina. Todo en ese lugar parecía tener doble intención. Cada copa que chocaba, cada mirada que se cruzaba entre sillones.
Entonces me di cuenta la razón de estar aquí. No hubo conversación. Solo silencio durante la cena. Al terminar ya daban las 9:30 de la noche y él…. Estaba como pasadito de ebrio. Pedí una habitación para él y con ayuda pude dejarlo en una cama cómoda. Suspiro adolorida. Lo veo sin esperar que así fuera nuestra primera cita.
—Supongo que tendré que tomar el autobús. —veo la hora —Creo que vi la parada de autobús a tres cuadras de aquí.
Iba a irme pero Leo me toma de la muñeca y de un jalonazo me tumba sobre la cama. Se me sube encima y sonríe mientras se deshace de la camisa.
—Escuché por ahí que estas enamorado de mi. —el rubor se me sube por el cuello hasta la cara provocando que me arda el rostro. —Hoy he estado estresado Lana. ¿Qué tal si por esta noche nos olvidamos de quienes somos y la pasamos bien?
La voz del Sr. Black era un látigo venenoso que antes no parecía tener.―Si cruzas esa puerta por esa mujer, te arrepentirás, Enzo. Esa es una mujer solo está alejándote de tu propio hermano, de nosotros que somos tu familia. Sí. Él ya me dijo que ya se acostó con esa… mujer, pero como no consiguió engatusarlo ahora lo hará contigo.El silencio que siguió a la acusación me pareció más ruidoso que el estallido del espejo de hace un rato. Fui un fraude. Una prostituta ambiciosa para su padre. Una mujer que intentó seducir a su hermano y, al fallar, saltó al siguiente Black. Sentí la vergüenza, no solo por mí, sino por Enzo.Nunca… jamás pensé que Leo fuera esa clase de hombre, nunca se me cruzó por la mente que fuera a decir esa clase de patrañas por venganza, una venganza estúpida a decir verdad.Él me sostenía. Yo estaba enredada en su cintura, aferrándome a su traje destrozado. Sentí su cuerpo temblar; no de miedo, sino de una furia tan contenida que era palpable. Su respiración es a
El clic del pestillo fue un tiro, seco y final, que resonó en el silencio tenebroso que nos rodeaba.Mi respiración se cortó. El miedo regresó, un miedo que me paralizó que me hizo olvidar que debía correr o pedir ayuda, un miedo frío y venenoso, el mismo que sentí aquella noche en la carretera. Su mirada era la misma que de esa noche, la reconozco, es vacia pero hay algo mas que hace que mi mene grite “Peligro”.—¿Creíste que ibas a salir de aquí sin un agradecimiento? —La voz de Leo era baja, whisky y resentimiento puro. —Pero mirate, mira lo que has conseguido gracias a mi mi linda Lana.Retrocedí, mi espalda golpeando el lavamanos y me estremece, el mármol frío enviando un escalofrío a través de la seda del vestido. El terror me secó la garganta casi al instante.—Sal de aquí, Leo. Esto es el baño de damas. —murmuro con gran dificultad.—El único lugar donde puedo hablar contigo sin que mi hermanito me apuñale con su mirada y me interrumpa es este —se acercó, un paso lento que se
El despertar fue un shock emocional. No por la resaca de la pasión que tuve hace poco, sino por la figura de Enzo sentado cerca de la ventana, con el traje impecable, observándome con una sonrisa perezosa que me derritió el alma. Sus ojos grises, bañados por el sol, brillaban como plata líquida y… mierda, se ve taan… sexy.Era una sonrisa robada, íntima, que decía: “Te tengo. Y fue exactamente lo que ambos queríamos.”—Buenos días, esposa —murmuró, su voz grave, sin urgencia.Mi corazón dio un vuelco. Me cubrí con la sábana, regresando al modo de defensa. Había visto la grieta de vulnerabilidad en el muro de Enzo Black, y eso era más peligroso porque fui una tonta por bajar la guardia.—¿Cuánto tiempo llevas ahí? —pregunté, mi voz temblando por la tensión.—Lo suficiente para saber que eres mucho más que una fiera. —eleva ambas cejas haciendo que me sienta mas incomoda.Enzo se puso de pie, su presencia llenó la habitación con solo dar un paso. Me señaló una nota en la mesita de noche
El vestido rojo se sentía como una segunda piel, suave, audaz y peligrosamente apretada. Me miré en el espejo de cuerpo entero de la suite. El color sin duda alguna era una declaración de guerra. No me hacía sentir esbelta, me hacía sentir expuesta, pero también… furiosa. Y en ese momento, la furia era un escudo más fuerte que el diamante en mi dedo.—Te compró. Tu vida es nuestra ahora.Las palabras de la Sra. Black resonaron en la suite. Enzo no solo me había ofrecido un escudo contra Leo su hermano mayor, me había cortado las alas. Mi carrera, lo que me definía, lo que había luchado por conseguir en esa prestigiosa firma, se había esfumado con una sola llamada.Y no, no me sentiría pequeña. No en su jaula.En ese instante, la puerta de la suite se abrió con un sonido sordo. Enzo entró, aflojándose la corbata, con el porte cansado después de la reunión. Se detuvo en seco al verme.Sus ojos grises se clavaron en mí. Primero, recorrieron la tela roja, luego el escote, y finalmente, se
“Mierda. ¿Qué hice al volver con él despues de lo que pasó con aquella mujer y de haber renunciado a trabajar con él para ahora trabajar en una firma de abogado? ¿Qué va decir mi jefe ahora?”Treinta minutos. Parecían treinta segundos.Mi amiga me miró con una mezcla de lástima, furia y frustración mientras metía ropa al azar en una maleta de lona.—¿Estás segura de que quieres irte a vivir con ese lunático? ¡Es un Black, Sasha! Es el hermano del tipo que intentó matarte. ¿o ya olvidaste lo que te hizo y de porque estas aquí conmigo?—Es el único que puede mantenerlo a raya —mascullé, doblando una camiseta con una furia innecesaria. El pánico se había transformado en una adrenalina fría y afilada. Tenía que controlar la situación, o el miedo me devoraría y hasta ahora, aunque dijera que no… sé que tiene razón, si soy su esposa Leo no se va meter conmigo. —No es una elección, es un plan de supervivencia. Además, me prometió que no tiene otra prometida. Eso ya es menos drama del que esp
El aire a mi alrededor se había congelado, no por la noche fría, sino por el eco helado de la última palabra de Enzo. La incredulidad me golpeó en el pecho tan fuerte que por un instante olvidé cómo se respiraba.—¿Liberado? —Mi voz fue un susurro hueco, casi un gemido. La pesadilla no había terminado; yo seguía atrapada en ella porque no se me justicia—. ¿Cómo diablos es posible? Lo que hizo… fue intento de homicidio.Enzo soltó mis mejillas. La decepción se transformó en una sombra oscura de frustración y culpa. Se pasó una mano por el cabello, un gesto que en otras circunstancias habría encontrado atractivamente descuidado y que me hubiese embobado como siempre pasa a pesar de lo que me ha hecho, pero que ahora solo era el signo de un hombre bajo la presión de su apellido.—Mi padre —dijo, y la mención del patriarca Black resonó en la sala como el golpe de un martillo en un tribunal—. El dinero, Sasha. El nombre. No iba a permitir que algo como esto arruinara la reputación de los B





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