Un pequeño resplandor me hace parpadear de molestia.
Me desmayé. Si, lo hice y perdí la noción del tiempo y cuando me di cuenta de que estábamos en otro lugar fue cuando vi que encendió las luces al despertarme. Observo a mi alrededor y salgo de la cama como un resorte disparado.
—No me mates bruto que quiero vivir. Por favor suéltame —lloriqueo —Solo mírame… soy una pobre mujer virgen que sobrevive de puro milagro de la vida.
—Ay pero dramática eres mujer. — Me mira fijamente y no a los ojos. Llevo mi vista hacia abajo y me quedo en blanco al ver que estoy desnuda… ¿desnuda? ¿Por qué estoy desnuda? ¿m‒me violaron? —Porque demonios las mujeres piensan que soy un asesino serial. —se rasca la nuca —Al fondo del pasillo está el baño, úsalo. Ahí está el teléfono para que llames a un taxi. Enseguida vuelvo.
Espero unos segundos, unos minutos más y me visto con lo primero que encontré que fue una camisa blanca pero que al ponérmela no me quedó estilo boyfriend si no que parecía chorizo empaquetado. Tomo un abrigo del perchero sin importarme que fuera de él me acerco a la puerta, giro la manija y sonrío al ver que está abierta. No me lo pienso dos veces y salgo corriendo. Uso las escaleras de emergencia hasta llegar a la entrada principal.
—¡Oiga madam!…
Tomo el taxi antes de que otra chica se suba, Ignorando los gritos del recepcionista. Le doy la dirección de mi casa. Al llegar me refugio en mi departamento no sin antes de cerrar con seguro todo. Me dejo caer sobre mi sillón favorito llorando al pensar en que me han ultrajado. Intento tranquilizarme, lo intento mucho pero no puedo, lo de hoy fue muy terrorífico.
Saliendo de la ducha no dejaba de rondarme la pregunta de quien diablos era ese hombre.
—¡Lana! —¿Quién diablos era ese tipo? ¿debía denunciarlo por lo que hizo? ¿Qué hubiese pasado si me hubiera quedado más tiempo? ¿pero si me violó? ¿entonces porque no me duele nada? —¡Lana no escuchas!.
Giro mi cabeza un poco y me encuentro con la mirada molesta de mi jefe. Me levanto enseguida.
—¿Estas sorda o que?
—Perdón jefe. —dije preocupada al verlo enfadado.
—A mi oficina.
Lo sigo detrás. Espero que se termine de vestir, tal parece que se bañó aquí algo que no frecuenta a hacer mucho en ese baño que pasa todo el tiempo cerrado.
—¿Todo esta listo?
—Si Jefe.
La reunión se llevó a cabo. Su padre se presentó menos su hijo el hermano de Leo. Y bueno… pasaron tantas cosas en minutos como por ejemplo la decepción y sorpresa de cuando el hombre del que estoyenamorada me regaló a su hermano como si fuera un objeto inútil para él que ya no le es de utilidad pero nada salió como él quería porque no le dieron el puesto de presidente si no de director.
Lo seguí a su oficina, se mantuvo en silencio, pero podía jurar que estaba maldiciendo por dentro a su padre. Inhala profundo y suspira frustrado.
—No puedo creer que me haya esforzado tantos años por el mugroso puesto de Director. —me mira a mí. —Supongo que ahora serás la asistente de mi hermano aquí. —tensa su sonrisa encantadora pero falsa. —Respecto lo que pasó la otra noche.
—Señor, le juro que no le he dicho a nadie sobre el vómito.
Frunce el ceño.
—Estoy hablando del sexo.
«¿Sexo? ¿de que habla?»
—Perdón, no entiendo.
—No te hagas la mojigata conmigo. —suelta cabreado —Ya todos en la torre están hablando del mugroso video donde tenemos sexo.
Me rio pensando que es un chiste, pero su seriedad me hace tragar duro.
—Señor. Nosotros no hemos tenido sexo. —y no es que yo no quisiera.
«Mas bien creo que anoche ya me quitaron el sello»
—Mira, puede que tenga pocos recuerdos de anoche, pero…
—No, no, no… —lo detengo nerviosa. —Se lo juro, no hubo sexo, y si me vio en ropa interior fue porque me tuve que quitar la ropa que usted me vomitó.
—¿Qué dices? —esboza una sonrisa burlona. —Ay Lana. Quien te viera diría que eres una santa virgen. —me toma del mentón y me mira como si estuviera burlándose de mi. —Pero eres una zorrita como todas.
Eso… si fue un golpe bajo para mí. me sentí herida, denigrada. Se deshizo de mi porque creyó que tuvimos sexo, ¿es enserio que eso le da vergüenza?.
—Jamás creí que usted fuera como todos los demás señor Leo. —inhalo profundo para no llorar frente a él —No me compare con las zorras que frecuenta Leo. —su rostro se desencaja cuando lo llamo por su nombre. Empuño mis manos y las aprieto furiosa —Puede que el piso esté parejo, pero hay niveles. —contengo todo lo que puedo mis lágrimas. —Yo soy una mujer virgen. Bueno, ahora ya no estoy segura de serlo —creo. Suelta una risita burlona —Ríase todo lo que quiera, pero para que le quede claro, si tuve sexo pero no fue con usted.
—¿Asi? —eleva ambas cejas manteniendo una expresión de diversión. —¿No me digas?
—Pues si le digo. Y fue el mejor sexo de mi vida. Tal y como siempre quise que fuera mi primera vez.
—¿Y como se llama esa… aventura fantástica?
Pienso lo mas rápido que puedo y recuerdo el nombre que vi en la billetera que encontré en el abrigo que robé de ese tipo.
—Se llama Enzo Torres. —su rostro se desencaja. Se cubre la boca desviando su mirada. —Y para que le quede claro. Respeto mi relación que estamos teniendo y no voy a arruinarla por chismes de oficina con usted.
—¿Tu novio… Enzo Torres?.
—Si. Así se llama. —sostengo con el mentón inclinado como si me sintiera orgullosa —Y justo esta noche quedamos en vernos después de trabajo.
—¿Enserio?. —palidezco al escuchar esa voz a mi espaldas. Giro lentamente mi cabeza y con la boca entreabierta lo veo en la entrada de la oficina de Leo. Se acerca mas y mas haciendo temblar del pánico. —Hermano. —enarca una ceja al verlo —También estoy feliz de verte. Estoy en shock cuando me mira cuestionándome —Así que tuvimos el mejor sexo anoche.