CAPITULO 5

El resto del camino solo me vi las manos. Apretando la tela de mi pantaolon que iba secando el sudor de mis manos. Me sentía avergonzada, triste, humillada. Estaba realmente destrozada. Crei… que Leo estaba extraño porque tal vez… solo eran celos. Pero ahora…

—¿Estas llorando? —me limpio las lágrimas en silencio.

—No. —mascullo —Bueno si. —me rindo. —Yo… —aprieto con rabia mi pantalón sobre mis rodillas porque si no fuera por Enzo… —Lo siento mucho Señor. —aprieto mis ojos intentando detener mis lágrimas. —Lo siento tanto. No quise meterlo en mis estúpidos problemas…  yo no miento… —lloriqueo. —Odio las mentiras, pero Leo… estaba humillándome. Fue cruel conmigo después de que trabajé sin descanso para complacerlo hasta en mi casa durante mis días de descanso o en altas horas de la noche solo para que me viera, me esforcé mucho para que no solo viera que soy una buena empleada si no que…

El auto se detuvo. Escucho como el motor de auto se detiene.

—Esta bien. —abro los ojos. Veo borroso. Lo miro y él mantiene sus ojos al frente. —Te creo. —me mira.

—¿E‒Enserio?

—Mi hermano puede ser lo que sea excepto un hombre de negocios y amante de los números. —un extraño sonido nos llamó la atención a ambos. Saca la cabeza por la ventana y maldice otra vez. Sale del auto y yo hago lo mismo para saber que pasaba. Inhalo profundo mientras me limpio las lagrimas —Mi llanta. —exclama. —Mierda.

La llanta derecha de la parte trasera se había pinchado frente a mi casa. Hace una llamada y no parece que le contesten.

—Disculpe. —obtengo su atención. —Conozco un taller que podrían arreglar su auto. Tengo el numero en mi depa si quiere ir por él.

Entramos a mi departamento. Dejo mi cartera a un lado y me pongo las pantuflas y le doy las de mi mamá para que se las ponga.

—Si quiere tome asiento. Iré por el numero del taller. —dije nerviosa al verlo observar mi hogar. Voy corriendo por el numero a la cocina y preparo algo de café. Vuelvo rápidamente con el numero y se lo doy. —Este es el numero.

—¿Estas segura de que son de confianza?

—Si claro. —afirmo. —Es hijo del vecino de mamá. Incluso tengo a mi bebé con él pero… no he podido sacarlo porque es algo caro los repuestos así que debo tomar el autobús para ahorrar y poder conseguir el dinero. Pero a usted no creo que se le dificulte pagarle. —su mirada es penetrante y me pone mas nerviosa. —¿Le gusta el café con o sin azúcar?. —le sonrio.

—Negro y media cucharada de azucar.

Vuelvo a la cocina y lo preparo como me dijo. En la entrada de la cocina lo observa hablar con el idiota de Fernando. Cuelga así que le doy el café. Muevo mis labios de izquierda a derecha y al sentir que me mira le doy un pequeño sorbo a mi café.

—Tu departamento es cómodo.

—Gracias. —murmuro admirando mi pequeño hogar. —Aun me falta muchas cosas que acomodar pero como casi no tengo días libres no he podido terminar.

—Mmm.. —vuelco mi vista sobre él —Asi que por darle mas tiempo libre a Leo, tu sacrificabas los tuyos. —le doy un sorbito mas a mi café desviando mi mirada. —Bueno, eso no será así conmigo. Tendrás tus fines de semana libres y un día de la semana.

Suena bien. Pero ya tengo varios días de la semana acumulado. Si quisiera podría tomarlo ya que son como seis meses.

—Preferiré seguir acumulándolos.

—¿Por qué?

—Bueno. Solo me gusta tomarlos cuando mamá me viene a visitarme o cuando yo voy a verla.

—¿Y cuantos días tienes acumulado?

—Como seis meses ya.

Comienza a toser. Hace aun lado su café.

—Son demasiados. —deja la taza a un costado. —¿No vas abandonarme ahora verdad? —Suspiro meditándolo. Si, la verdad es que lo estaba pensando. —Sé que no nos conocimos en las mejores circunstancias, pero si eres la mente maestra del impecable trabajo de ese avaro, me gustaría trabajar con tan excelente empleada.

Ladeo una sonrisa por tan motivadoras palabras.

—Es que… siento mucha vergüenza por lo que pasó ahora. —bajo mi taza y la veo de reojo sintiendo el ardor en mi rostro. —Ni siquiera tengo el valor de verlo a la cara ahora que sé los problemas que le he causado por una mentira mia.

—Bueno. Es de esperarse que después de perder el puesto que tanto quería reaccionara queriendo humillarme al presentarte a ti como mi futura esposa.

—¿Y eso que quiere decir? ¿ eso es malo?

Ladea su cabeza y me mira como si estuviera pensando las palabras correctas como si lo que fuese a decir será cruel.

—Bueno. Es que eres… interesante.

Pude sentir la ironía en lo “interesante y no pues si que me ofendió.

—No soy estúpida Señor. Y sé muy bien que interesante es alguien aburrida y anticuada. —me levanto de mi lugar y tomo la tasa a su lado. —No necesita disfrazarlo porque ya se que soy diferente a los demás.

Me alejo de él y vuelvo a la cocina, dejo las tasas en el lavador. Apoyo mis manos sobre la encimera frustrada porque si. Ya se que soy aburrida, que soy una ñoña nerd de la que todos aborrecen y creían que podían utilizar pero que nadie logró, y fue así hasta que me enamoré de ese idiota cruel sin corazón que hoy estuvo a punto de llevarme a una reverenda humillación con la familia Black por una tonta mentira que no pensé que fuera a empeorar.

—Sasha no quise decirlo así —volteo y lo veo en la entrada. Se rasca la nuca viendo a un lado menos a mi. —Sé que eres diferente. Al principio crei que eras como esa ñoña odiosa pero, pude darme cuenta que eres diferente y en el buen sentido.

Aprieto mis labios. Es muy amable en verdad pero es tonto al querer motivar a otros. No se parece en nada a Leo. Su celular suena y se aleja de la cocina por unos segundos y cuando vuelve me dice que ya se llevaron su auto.

—Puedo llamar un taxi.

—Ya esta uno abajo esperándome. —me muestra una leve sonrisa. —Puedes darme tu numero celular.

Muevo mis ojos confundida

—¿Para que?

—Eres mi asistente.

Dios. Es cierto.

—Ah si. Es… —me quedo congelada al recordar que aquella noche en la que me mojé por la lluvia se me arruinó. —Perdón. Por ahora no tengo. —me disculpo —Pero en cuanto salga de mi deuda con mi bebé y otras deudas pendientes me compraré uno y se lo daré señor Black.

—¿No tienes celular?

—Es que… la noche que me lleno de agua sucia también se me mojó mi celular y se echo a perder.

—Eso será un problema porque debo saber lo que pasa en mi compañía cuando salga de viaje o por algún contratiempo. —busca algo en su cartera. Al sacar de su billetera una tarjeta negra me la extiende a mi —Mañana tomas un taxi y pasa primero por una compañía telefónica antes de ir a la oficina. Cómprate uno a prueba de agua.

—No. Perdón pero no puedo hacer eso.

—¿Porqué?.

—Aceptar ese dinero para comprarme un celular tan caro. No. Me niego.

—Que te parece entonces si lo descuento de tus seis meses libres.

Mm.. bueno no es tan mala la propuesta.

—¿Cuántos meses?

—Cinco meses.

—Pero cinco meses son muchos. —exclamo impactada.

—Bueno. Si multiplicas lo que ganabas antes por cinco meses es la cifra exacta para un buen celular contra el agua.

—Bien. —la tomo de mala gana. Lo acompaño a la puerta. —Señor Black respecto a la mentira…

—Hablaremos de eso mañana, novia.

Me quedé tiesa como una piedra cuando sorprende con un beso.

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