Vanessa
Abro los ojos de golpe y siento mi corazón latir con fuerza. Miro alrededor y reconozco el cuarto oscuro de Dorian. Estoy en la habitación sigo viva. Bajo la mirada hacia mi cuerpo y noto que mis heridas están limpias; alguien se encargó de eso mientras dormía. A un lado, veo a Dorian. Está sentado junto a la cama, con la cabeza recostada sobre ella, como si hubiese velado mi sueño. Incluso dormído se ve guapo.
Lo observo en silencio y pienso que quizá dormí demasiado, porque todavía tengo los ojos pesados.
Gracias a Dios, estoy bien. Por un momento creí que todo lo vivido había sido solo una pesadilla, pero no… fue la más cruel realidad. Estuve a punto de ser vendida o violada como si fuera un objeto. Ese recuerdo me quema por dentro y me llena de odio hacia esos malditos. Si hubiera podido, los habría destruido a todos con mis propias manos.
Me incorporo lentamente en la cama, pero me quejo de dolor: la pierna aún me duele. Dorian despierta y, al verme, se levanta de inmed