Vanessa
Camino de un lado para otro, con unas ganas enormes de escapar. Sé muy bien lo que tengo que hacer. Todavía no han llegado esos supuestos médicos.
Ni crean que deseo recordar ese maldito pasado que ahora se está volviendo presente. No me interesa. Aunque sea su hija verdadera, preferiría no serlo. Prefiero ser huérfana antes que la hija de una escoria que hace daño, que utiliza a las personas como mercancía, que las vende al mejor postor. Jamás querría ser hija de ese desalmado.
Golpeo la puerta con insistencia.
—Necesito tomar un poco de agua, por favor. ¿Podrían traerme un poco? —pido, tratando de sonar exigente.
Miro el tenedor sobre la mesa y lo sujeto con fuerza en mi mano. Este será mi momento. No importa lo que pase: no voy a permitir que mi hijo crezca rodeado de personas tan desalmadas. Ese tal Thiago odia tanto a Dorian que es capaz de vender a mi hijo. No… esto no lo permitiré.
Cuando se abre la puerta, veo que el hombre trae un pichel de vidrio con un vaso.
—Señori