El silencio tras la batalla era engañoso. El bosque parecía contener la respiración, como si la tierra misma temiera lo que estaba por venir. El resplandor rojo en el horizonte crecía, expandiéndose como una herida abierta sobre el cielo.
Florin fue el primero en sentirlo. Su cuerpo se tensó, y sus ojos se encendieron en alerta.
—Lo que sea que estoy sintiendo espero que ustedes también lo sientan —dijo en voz alta al colocar su mano sobre la manilla de la puerta del todoterreno que venía manejando para abordarlo. Todos lo miraron—. Y puedo asegurar que eso… no viene de Christian. Es más pesado, tiene más fuerza, es… sobrenatural, antiguo.
Blade giró la cabeza viendo alrededor, luego hacia él.
—¿Qué demonios estás diciendo?
Florin tragó saliva.
—Es el Fuego de los Cárpatos. La profecía lo mencionaba… cuando el Alfa y la Elegida se unieran, el fuego ancestral despertaría.
Adara abrió los ojos aun en brazos de Vladislav. Su respiración era errática, su energía vibraba en ondas visibles