ALESSANDRO RIZZO
La cena con Valeria había sido todo un éxito; ella aceptó conocernos. Por un lado, estoy contento porque voy a tener a Santoro en mis manos cuando sepa que estoy saliendo con su hija, pero por otro lado, me siento mal por jugar con los sentimientos de ella. Valeria es una buena chica, y no creo que esté bien meterla en esta guerra. Sin embargo, su padre ayudó a que mataran a mi esposa, y eso lo vuelve todo personal.
—¿Cómo te fue con la hija de Santoro? —pregunta Lucas.
—Ya aceptó salir conmigo, incluso iniciar algo más formal.
—¿Estás seguro de que quieres hacer esto? Es la hija de Santoro, su adoración. No necesitamos más problemas.
—¡Por culpa de ese maldito mi esposa está muerta!
—Eso aún no lo sabemos; todavía sigue en investigación. Además, la chica no sabe nada de los negocios de su padre.
—Mi esposa estaba al margen de todo y terminó muerta.
—Sabías que esos eran los riesgos del negocio, y aun así decidieron continuar.
—La amaba y la sigo amando.
—Lo sé.
—Los