VALERIA RIZZO
Veo salir de la cocina a Lucas con cara de enojado y, al rato, salen Antonia y mi marido, pero ella tenía la nariz roja, como si hubiera llorado.
—Yo estoy algo cansada y quiero llegar a mi hotel. —¿Hotel? Ni loca dejaré que se vaya a un hotel.
—Anto, eres mi invitada. No pienso dejar que te vayas a un hotel —ella se ríe.
—Prefiero el hotel —se acerca a Celeste, quien está bastante concentrada con sus juguetes—. Adiós, preciosa. Mañana nos vemos —le deja un beso en la frente y a los demás les dedica una cálida sonrisa.
—Te acompaño —camino con ella hasta la entrada, pero antes de que se vaya la detengo.
—¿Qué ocurrió?
—Val, no quiero hablar del tema justo ahora. Han pasado muchas cosas y aún no las proceso.
—¿Es por Lucas? —ella agacha la mirada.
—Me impactó verlo con otra mujer. Se le ve bien, contento, y se nota que ella también está enamorada y es muy bien recibida en tu casa.
—No creas. Alessandro a veces la quiere matar.
—No creo que ella mate ni a una mosca. —Ay, A