BIANCA
El amanecer se filtraba por las cortinas de seda cuando Bianca despertó sobresaltada. La pesadilla había sido tan vívida que aún podía sentir el sabor metálico del miedo en su boca. En ella, como tantas otras veces, volvía a ser aquella niña de doce años que escuchaba tras la puerta entreabierta del despacho de su padre.
"El amor es una debilidad que no podemos permitirnos, Bianca," le había dicho Antonio Moretti años después, cuando la sorprendió llorando por un chico que la había rechazado en el instituto. "Recuerda siempre que en nuestro mundo, quien ama, pierde."
Se incorporó en la cama y pasó los dedos por su cabello oscuro. Las palabras de su padre siempre habían sido ley, incluso ahora que él ya no estaba. Especialmente ahora.
El recuerdo de la noche anterior con Luca la golpeó con fuerza. Sus manos sobre su piel, el calor de su aliento, la intensidad de su mirada cuando la sostuvo contra la pared de su despacho... Cerró los ojos con fuerza, intentando borrar esas imágen