BIANCA
La luz del amanecer se filtraba por las cortinas de la habitación cuando Bianca abrió los ojos. Había dormido apenas unas horas, pero su mente estaba completamente despejada. La decisión que había tomado durante la noche pesaba sobre ella como una armadura: incómoda pero necesaria.
Se incorporó en la cama y observó los documentos esparcidos sobre la mesita de noche. Informes, fotografías, planos del complejo de Salvatore. Todo lo que Luca y su equipo habían recopilado durante meses. Tomó una de las fotografías: Salvatore sonreía junto a un político conocido en una gala benéfica. La hipocresía hecha hombre.
Tres golpes suaves en la puerta interrumpieron sus pensamientos.
—Adelante —dijo, guardando la fotografía bajo la almohada.
Luca entró con una bandeja. El aroma del café recién hecho inundó la habitación.
—Buenos días. Pensé que querrías desayunar antes de la reunión.
Bianca lo miró fijamente. Sus ojos verdes parecían más oscuros esta mañana, como si también él hubiera pasado